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Blog sobre publicidad, diseño, comunicación, social media, branding... Autor: Juan Boronat Martín. 'Pienso, luego insisto'...
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No somos nadie... 21 Jun 2021 7:41 AM (3 years ago)



'No somos nadie', una frase tópica que solemos utilizar como epitafio de convención cuando alguien conocido fallece. Una frase que encierra un cierto grado de crueldad, pero también de verdad.

Porque está claro que el balance de nuestro tránsito vital está sujeto a nuestra capacidad para dejar huella. Para marcar una impronta que trascienda y prevalezca en el tiempo.

Y claro, es evidente que el privilegio de trascender y prevalecer a gran escala no es patrimonio del común de los mortales, sino únicamente de aquellos que superan las barreras de la mediocridad y cuyo poso vital o profesional se mantiene a lo largo del tiempo y de la historia.

Llegados a este punto, si analizamos la realidad actual nos damos cuenta de que 'ser o no ser' se ha convertido en una banal batalla por la trascendencia, en la que hordas de aspirantes -tanto personas, como marcas- pugnamos por asomar la cabeza y sobresalir por encima de la media.

Una cruenta batalla de egos e impulsos aspiracionales que cuenta con multitud de frentes en los que pelear y que se ha convertido en la piedra angular de una tendencia obsesiva para muchos 'nadies'.

Y es que, nos pongamos como nos pongamos, somos multitud los que en el fondo y en la forma, 'no somos nadie', al menos para una gran mayoría de personas que nos rodean y con las que supuestamente interactuamos

Y esa realidad es la que debe marcar la pauta de nuestra actitud a la hora de construir nuestra marca.

Somos únicos, sí. Una singularidad sobre la que deberíamos asentar nuestro fundamento de valor. 

Singularidad que debemos enfocar y proyectar para que trascienda de manera positiva en nuestro entorno y, sobre todo, para que deje un poso en aquellos para los que realmente somos interesantes y para los que aportamos algún tipo de valor perdurable, que permita que quedemos inscritos a fuego en su memoria.

Porque está claro que todos somos 'microinfluencers'. Y no solo en potencia, sino de hecho. 

Una afirmación que responde al hecho objetivo de que todos tenemos un alcance real, un ámbito en el que sí tenemos incidencia y en el que dejamos una huella memorable. Llegamos a personas a las que sí interesamos y que se identifican o se inspiran con nuestros hechos, opiniones o recomendaciones.

Ese en nuestro verdadero ámbito de actuación, y es en ese 'target' en el que debería centrarse todo nuestro esfuerzo, al menos inicialmente.

Porque en definitiva, la clave está en la generación de sinergias con esos otros 'microinfluencers' con los que compartimos objetivos, valores y/o intereses.

Crear una marca personal -y también comercial-, que aspire a lograr el máximo alcance y trascendencia posibles se fundamenta en ese diálogo e interacción entre microinfluencers. En un intercambio de valores e intereses, que permita consolidar una relación perdurable. 

Un objetivo inicial alcanzable y mesurado, que a buen seguro facilitará el asentamiento de nuestra marca, dando forma a una proyección de valor sólida y avalada por aquellos para los que realmente significamos algo.

Se trata de no caer en la obsesión por la acumulación de 'seguidores', ni de likes coyunturales, ni de halagos interesados... 

Se trata de huir de esa trampa de la 'falsa trascendencia', en la que la cantidad se impone a la calidad, dando forma a una 'burbuja de ego' en la proyección de nuestra marca... Una burbuja que viste mucho pero que, en definitiva, vende poco o nada.

De lo que realmente se trata es de consolidar nuestra marca aportando valor e incentivando la inspiración y la acción para quienes realmente tienen interés en nosotros... y viceversa.

Se trata de hablar e interactuar. De rodear nuestra marca de un entorno tangible, en el que la confianza se realimente bidireccionalmente con 'nuestro público'.

Se trata en definitiva de sumar verdad y no followers.

Se trata de convertir nuestra microinfluencia en el algoritmo de relación que nos permita crecer, no solo como marca, sino sobre todo como personas. 

Y será entonces cuando dejaremos de ser 'nadie' para convertirnos en 'alguien' para algunos... (si son muchos o pocos de nosotros dependerá).



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Content Marketing: "Vístelo despacio, que tienes prisa" 27 Apr 2021 9:04 AM (3 years ago)

Es evidente que el contenido es la gasolina que mueve internet. Y también es evidente que el octanaje (la calidad) de dicho contenido no suele ser determinante a la hora de conseguir que 'lo bueno' logre trascender por encima de 'lo malo'.

Son muchos los casos en los que podemos comprobar cómo un mal contenido cobra un inusitado protagonismo. Rumores, bulos, bromas de mal gusto, informaciones no verificadas, campañas absurdas, etc., adquieren una rápida viralidad que puede enterrar bajo capas de inutilidad e insolvencia a esos otros contenidos que realmente aportan y merecen la pena.

Ahora bien, que nadie se rinda ante este tsunami de banalidad, porque si nuestro el objetivo es 'comunicar', debemos ser ser capaces de superar esa marea coyuntural y lograr situar nuestros contenidos allí donde el público que nos interesa pueda acceder a ellos.

Pero antes deberíamos reflexionar sobre la singularidad de lo que queremos comunicar. Ser capaces de establecer ese 'criterio de valor' que fundamente nuestro argumentario y que nos singularice como fuente 'confiable'. No se trata tanto de alcanzar ese más que discutible status de 'influencer', sino de convertir nuestra comunicación en fuente de referencia, en nicho de opinión, de valor sostenido y sobre todo, de coherencia.

Es importante -vital, diría yo-, que tengamos muy claro que a la hora de comunicar (lo mismo da si es para una marca comercial o a nivel personal), el contenido es el valor de referencia sobre el que se generará la confianza del usuario.

De este modo, es 'el qué contamos', el auténtico factor determinante que nos convertirá en una referencia confiable; en ese touch point interesante -y no tanto, interesado-, en el que nuestro público encontrará un cobijo racional y emocional para sus necesidades de información y/o contacto.

Ahora bien, no caigamos en el error de confiarnos exclusivamente a la calidad y solvencia de lo que transmitimos, porque correremos el riesgo de pasar desapercibidos.

Crear un entorno de confianza exige ahora más que nunca ajustar las formas, vistiendo adecuadamente los mensajes, buscando aquellas vías de contacto que mejor se ajusten a nuestros objetivos y definiendo las pautas de un 'estilo propio' que nos singularice y que sea adaptable a las peculiaridades de cada entorno en el que comunicamos.

Es evidente que el contenido sigue siendo el rey. Pero no es menos cierto que -y abusando del tópico-, ese rey ya no sólo tiene que serlo, sino también parecerlo.

Es fundamental que tomemos consciencia de la importancia del 'cómo', a la hora de vestir nuestros argumentos. Y es determinante que ese 'cómo' se rodee de una capa de emocionalidad, que rompa con los muros de prevención del usuario.

La confianza hay que ganársela día a día, y eso exige que nuestros contenidos nos identifiquen por su fondo y también por su forma.

Una labor que exige buen tino, constancia y mucha paciencia. Porque ahora, más que nunca, si tienes prisa por llegar a tu público, empieza vistiéndote despacio.




Juan Boronat.The Kreative Room.


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Desnuda tu marca 7 Apr 2021 8:30 AM (4 years ago)




«La desnudez se revela a sí misma. El desnudo se exhibe.»
(Jonh Berger)


Toca quitarse la ropa, sí. Aunque a muchos os extrañe, hoy no hablaré de trajes a medida, ni de packagings imprescindibles y lustrosos, ni de contenidos envolventes de gran calado...

No, hoy vamos a desprendernos de todo eso, y vamos a ir contracorriente. 

Vamos a ahondar en el hecho de que lo más determinante en la estrategia, a la hora de lograr que nuestra marca llegue a su público, no es vestirla de lujo, sino desvestirla con estilo, sensualidad y, sobre todo, con determinación.

No sirven las timideces, ni las excusas que tratan de camuflar los defectos. Ni tampoco sirve aferrarnos a los decálogos que nos guían a través de una metodología estándar de construcción de una marca solvente. 

Olvidémonos de los tópicos marketinianos y salgamos de ese área de confort que nos hemos construido a medida de nuestra tranquilidad estratégica.

Porque toca, desnudarse, sí o sí. Dejando al aire nuestras vergüenzas, mostrando nuestros auténticos valores, sin tela que los tamice, ni dato que sirva de excusa.

Quitemos el velo de apariencia con el que tendemos a disfrazar de oro y diamantes nuestra presencia y acerquémonos al usuario con una propuesta sugerente y sexy, en la que el descubrimiento progresivo y constante de nuestra realidad le haga fijar su atención y, por supuesto, despierte su deseo.

Es el momento de dar forma a un striptease suave y cadencioso, que reclame el interés de nuestro público y permita ir descubriendo las partes ocultas de nuestro valor. 

Es el momento de aparcar la objetividad de los datos -que tienden a conducirnos a ese lugar común de encuentro con el público- y proponer una cita a ciegas directa, exclusiva y prometedora, en un escenario propio a medida de nuestras circunstancias.

Llevamos mucho tiempo vistiendo nuestras formas con diseño, implantándonos rellenos de contenido exhuberante, eliminando con restylings las arrugas del tiempo en un intento de prolongar nuestra imagen de eterna juventud... Pero ahora ha llegado el momento de mostrar nuestra verdad, tal como es.

Porque en este mundo de oferta y demanda, la realidad siempre tendrá que superar a la ficción. 

Porque la verdadera esencia de nuestra marca -su verdad- debe y tiene que ser el ancla determinante que nos fije en la mente de nuestro público.

Los clientes quieren 'verdades' y rehúyen esos lados ocultos que les transmiten prevención y desconfianza. Su impulsiva forma de interactuar no perdona la mentira, ni admite las medias tintas y penaliza los overpromises.

Y es que la dictadura del click a la que se ve sometida la estrategia de marca, nos obliga a mostrarnos tal como somos, pero aportando una gran dosis de sensualidad, que transforme el contacto en una cita prometedora.

Y para eso, hay que desnudarse. Poco a poco. Dando forma a una seductora coreografía, que impacte, atraiga y enamore.

Una coreografía en la que la verdadera estrategia es la de mostrar nuestra marca tal como es. En mostrar nuestra verdad. Porque, en definitiva, es lo que realmente vende.

En definitiva, toca desnudarse, porque si realmente queremos la confianza del público, tendremos que perder la vergüenza para ganarnos su interés y fidelidad.

Así que, hagamos que nuestra verdad sea nuestro principal valor. Desnudémonos.



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Marketing de Supervivencia... ¡Sálvese quien pueda! 7 Apr 2021 8:11 AM (4 years ago)

Se habla mucho de resiliencia, de la necesidad de adaptarse a los cambios, de desaprender lo aprendido... Se habla mucho de las cosas que hay que hacer para que una marca triunfe, de los pasos que hay que dar para alcanzar las metas... Se habla mucho, sí, porque el papel todo lo aguanta.

Pero de lo que no se habla es del día a día. De las estrategias que brillaban sobre el papel, pero que languidecen llegado el momento de ponerlas en práctica. De los planteamientos que generaron el aplauso del cliente en su presentación, pero que a la hora de la verdad se transforman en fuego fatuo, víctimas de la falta de convicción, del miedo a cambiar y romper moldes o sencillamente, porque no se produce la necesaria implicación del cliente y/o sus empleados en el proceso de comunicación.

Es evidente que este problema suele afectar a pequeñas y medianas empresas, en las que las estructuras de personal están al límite, y la cultura de comunicación no suele ser amplia.

Es en estos casos, cuando la estrategia se termina convirtiendo en un muro insalvable, que nos lleva a tener que modificar la táctica. Frente a la imposibilidad de llevar a cabo lo óptimo, nos vemos en la tesitura de aplicar un modelo de marketing de supervivencia, que se adapte a las posibilidades 'reales' de la marca. 

Se trata de 'salvar los muebles', renunciando parcialmente al talento estratégico y aplicando el 'modelo de supervivencia operativa', que al menos nos permita proyectar un plan de mínimos que garantice una presencia 'digna'.

Es triste decirlo, pero sigue siendo una constante la falta de objetividad de muchos clientes a la hora de plantearse una acción de marketing. Como dirían en mi pueblo, son mayoría los que 'se vienen arriba' y confunden lo que les gustaría ser con lo que 'realmente pueden ser'.

Y es aquí, donde los profesionales caemos en la trampa de creer que detrás de la petición formal de un plan de marketing con mayúsculas, hay un fundamento objetivo y real. Que detrás de la marca hay una estructura y un conocimiento sobre los que se asientan tales expectativas.

Pero no. Es norma común que no sea así y cuando llega la hora de pasar a la acción, los presupuestos prometidos se encogen, la valentía para afrontar acciones disruptivas mengua y el discurso del cliente pasa a convertirse en un 'vamos a hacer lo justo para empezar y sin sacar los pies del tiesto, que luego ya iremos viendo'.

Y es entonces cuando echamos de menos alguna lección magistral que nos muestre el camino para reconvertir nuestros planteamientos. Un decálogo maravilloso que nos enseñe a aplicar 'diez técnicas para hacer una campaña sin medios, sin plan y sin apoyo del cliente, y no morir en el intento'.

En definitiva, que tal y como anda el patio, lo que hace falta es activar nuestra capacidad de adaptación al entorno, aplicar el ingenio y entrenar nuestras capacidades operativas y de supervivencia para poder seguir respirando. Y, lo más importante, para ser capaces de lograr que marcas con mucha expectativa y poco fondo, puedan encontrar y ocupar su lugar en el mundo... aunque sea en un islote pequeñito.

Así que, de momento, vamos encendiendo una hoguera... y ya vamos viendo, si eso.


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'Flexibilidad coherente': adaptando la estrategia a los momentos 6 Apr 2021 12:50 AM (4 years ago)



Cuando hablamos de comunicación de marca (tanto personal, como empresarial), siempre tendemos a caer en el tópico de concebirlas como historias completas, con su introducción, su nudo y su desenlace... 

Damos forma a planteamientos que forman y conforman un todo unitario, hilado y acorde con una estrategia estricta. 

Pensamos en una marca sólida, compacta y sugerente para el público, cuyos mensajes se alinean bajo el paraguas de campañas que asientan y reafirman los valores, sujetas por una dosis de emoción bien dirigida.

De este modo, la coherencia se convierte en el factor determinante para quienes ostentan la responsabilidad de proyectar la imagen de la marca. 

Coherencia que en algunas ocasiones, termina cortando las alas de una más que necesaria capacidad creativa. Máxime, cuando el actual modelo de comunicación nos obliga a 'pensar en diverso'. A estructurar las estrategias en función de 'los públicos (que no del público) objetivo' y, por supuesto, a hacerlo también en base a los espacios de contacto en los que éstos se desenvuelven.

Una coherencia a la que no debemos renunciar nunca, pero que tendremos que flexibilizar lo suficiente para poder adaptar nuestros mensajes, personalizándolos según el perfil de cada unos de nuestros públicos y para cada espacio de comunicación. 

La 'flexibilidad coherente' será la que nos permita moldearnos y licuarnos como marca, adaptándonos a cada 'circunstancia' y cada 'momento' de comunicación. Y lo haremos hasta el punto de permitirnos un campo de 'improvisación' con el que poder reaccionar de manera instantánea a las exigencias de un entorno de comunicación variable y espontáneo. 

Un entorno en el que los rasgos de la personalidad de los públicos varían de forma casi constante, lo que obliga a las marcas a maniobrar de forma rápida las velas de su barco, para alinearlas a favor de los nuevos vientos.

Y así, rolando y variando el rumbo, la comunicación pierde esa clásica linealidad argumental, dando paso a una 'comunicación de momentos'.

Unos momentos que deberán mantener contra viento y marea los valores inherentes de la marca y/o sus productos y que, del mismo modo, deberán impregnarse del tono y la emoción que exija el público en cada instante y en cada espacio.

Y es que la comunicación se ha vuelto tan diversa en públicos y escenarios, que resulta inverosímil pensar de manera exclusivamente lineal. Por eso, hace falta mucha creatividad estratégica a la hora de proyectar la imagen de una marca. 

Hace falta una creatividad flexible y dinámica, que nos ayude a mantener el control de nuestro discurso todo el rato y en cada momento...

Porque en definitiva, la comunicación -como la vida- está compuesta de momentos. De nosotros dependerá convertirlos en inolvidables para nuestros públicos.




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Una marca que une: #Valenciaturisme 7 Mar 2021 1:00 AM (4 years ago)


Después del desembarco de The Kreative Room en Fitur  -que servía como tarjeta de presentación del nuevo proyecto empresarial que comparto con mi querida Gema Garrido-,  me gustaría valorar una de las iniciativas a nivel de marca más interesantes que pudimos descubrir en la feria, y que llega de la mano del Patronato de Turismo de la Provincia de Valencia: #valenciaturisme.

Y es que, en un momento en el que el turismo atraviesa una etapa dulce en nuestro país (al menos, eso dicen), algunos destinos parecen reaccionar al inmovilismo, proponiendo nuevas formas de presentarse al público.

Ese es el caso de Valencia, un destino que ha visto cómo la imagen global como región ha sufrido un importante y repetido varapalo, debido a las informaciones negativas que han venido inundando los informativos de nuestro país. Una circunstancia que por desgracia, trasciende del ámbito puramente político-judicial, afectando de manera global a la imagen de la región.

Frente a esta difícil tesitura, el Patronato de Turismo de la Provincia de Valencia ha decidido renovar su imagen como destino turístico, apostando por la suma de fuerzas como recurso emocional y visual. 

#Valenciaturisme, una nueva marca que aúna y reivindica los valores de un territorio diverso y atractivo, y que tiene que servir no sólo para seguir captando la atención y el interés del potencial visitante, sino también como argumento de cohesión y orgullo para los propios valencianos.

Porque es evidente que un destino turístico, para consolidarse eficazmente como tal, necesita inevitablemente de la complicidad de sus habitantes, que en definitiva son los principales artífices de su proyección emocional, y protagonistas de lujo a la hora de convertir la visita de los turistas en una experiencia memorable.

Valencia reivindica su espacio en el panorama turístico de nuestro país de manera inteligente, planteando una línea de comunicación que trata de convertirse en el revulsivo que hace falta. Una reivindicación que nace desde el corazón y la voluntad de una región que tiene mucho que ofrecer, y que a través de la unión de talento, esfuerzo y voluntad busca llegar al corazón del público.

Ahora bien, para que esta voluntad se convierta en un logro real, resulta imprescindible conseguir asentar estas primeras bases a través de un intenso trabajo de desarrollo estratégico. Un trabajo que debería focalizarse en la proyección de todos estos valores, asumidos internamente, y traducirlos a un idioma asequible y entendible por el público potencial que es ajeno a la realidad del territorio. 

En definitiva, un paso importante y loable que, a buen seguro, contribuirá de manera determinante a situar a #Valenciaturisme en el lugar que se merece.

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El éxito es pura 'causalidad' 7 Mar 2021 12:59 AM (4 years ago)


Nada en la vida es una cuestión de suerte.

Es más, estoy convencido de que la suerte no existe, aunque sí las 'causalidades' -que no casualidades-. Porque todo pasa por algo. Todo pasa por una razón.

En algún sitio leí que 'las excusas son el argumento de los mediocres', y creo que esta afirmación está cargada de razón. A la hora de perseguir un sueño, confiarse a la suerte y excusarse en su falta, no es más que una muestra evidente de déficit de convicción.

Y ateniéndonos a esta reflexión, el hecho de embarcarse en un proyecto empresarial significa que debemos afrontarlo como un reto, en el que las circunstancias nos premiarán o castigarán en función de nuestra propia actitud y, como consecuencia, de nuestras propias decisiones.

Todo pasa por algo. Y eso implica que debemos mantener una actitud de perserverancia constante, que nos sirva de apoyo para analizar nuestros errores -que no son mala suerte, sino mala praxis- y para no caer en la autocomplacencia con nuestros aciertos.

Alcanzar el éxito -o al menos vivir en aras de intentar alcanzarlo- exige constancia, sacrificio y sobre todo, fidelidad a nuestros sueños e ideales. Unos sueños que nunca deberemos depositar en el bombo de una lotería improbable, que a lo único que nos conduce es al inmovilismo y a vivir inmersos en un estado de ensoñamiento vacuo y estéril.

El éxito -al igual que el destino- hay que perseguirlo. No queda otra. Y aquellos que realmente queremos alcanzar nuestras metas, deberemos bajar al terreno de la realidad y de lo probable, ajustando nuestro talento y conocimiento a un plan -flexible, pero bien definido- que nos permita ir dando los pasos necesarios para acercarnos a él.

Nada en la vida es una cuestión de suerte. Y partiendo de esta premisa, hagamos lo que hagamos y vayamos donde vayamos, deberemos tener siempre en cuenta que los éxitos hay que trabajárselos... 

Porque en definitiva, la mayor suerte en esta vida no es tener suerte, sino ser capaces de no necesitarla.

Porque en definitiva, nada pasa porque sí.


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Storytelling... Es el momento de cambiar la historia 7 Mar 2021 12:58 AM (4 years ago)



Hablar de storytelling -entendido como el argumentario sobre el que se construye la comunicación de una marca- me aburre.

Sí, y me aburre porque al final todos terminamos hablando de lo mismo. De su importancia para sujetar los valores de una marca, definir su trayectoria, de su versatilidad para segmentar los públicos, de su flexibilidad para adaptarse a los diferentes soportes... Y me aburre.

Me aburre porque en definitiva, la excesiva reglamentación de las historias termina conduciéndonos al mundo de lo previsible, llenando el mercado con marcas que ni sorprenden, ni aportan, ni seducen.

Hablar de storytelling se ha convertido en el tópico de quienes buscan la mecanización de la comunicación, hasta el punto de hacer de ésta una simple herramienta para engordar las estadísticas.

Y no creo que éste sea el camino.

En mi opinión, las marcas no sólo deben conformarse con contar historias, más o menos seductoras y acertadas, sino que deben tratar de vivir la historia que les rodea -que en definitiva, es la de su público- y tratar de incorporar sus valores como parte de ella.

Creo que el verdadero storytelling se esconde detrás de quienes no se conforman con dejarse llevar por los acontecimientos para sumarse al discurso imperante, sino que buscan el camino para transformar y mejorar la historia.

Puede que esto suene raro, pero sólo hace falta ver cómo muchas de las grandes marcas nacidas en los EE.UU han adoptado una actitud 'reactiva' frente a la situación política por la que atraviesa el país más poderoso del mundo. Ha hecho falta una catarsis política, para que la comunicación de marca impulse una ola reaccionaria que trata de romper con el inquietante e incómodo status quo establecido por su presidente Trump.

Pero esto no es nuevo. Porque por suerte, siempre han existido marcas que han hecho bandera con su compromiso social. Marcas que han optado por transformar su interés comercial -que como es lógico, siempre deberá estar ahí-, hasta adecuarlo a una escala de valores constructivos y transformadores, en la que la reciprocidad se convierte en la mejor herramienta para la creación de su storytelling.

Marcas que no se conforman con vender más, sino que, además, invierten en hacer que la sociedad en la que viven avance y mejore.

Pienso que es un buen momento para que todos los que trabajamos en este mundo de la comunicación de marca, pongamos nuestro granito de arena en la búsqueda de un 'storytelling proactivo y útil' para nuestros clientes -y también para nosotros mismos-. Que sembremos esa semilla que transforme el discurso de venta y lo convierta en un medio para una comunicación de valores, que contribuya a mejorar la sociedad en la que vivimos o, al menos, intentarlo.

Y es importante hacerlo, porque el enorme poder de comunicación de las marcas -aplicado en el momento justo- puede evitar que estallen tormentas como las que ahora vivimos.

Porque, en definitiva, la mejor manera de compartir una historia es formando parte activa de ella.



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La ética: el gran valor diferencial de la marca 11 Jun 2020 1:12 AM (4 years ago)



La pandemia global provocada por el COVID19 nos ha arrastrado a un escenario de caos e incertidumbre que está minando los pilares maestros sobre los que se sustenta la vida tal y como la hemos conocido hasta ahora.

Una circunstancia que nos obliga a readaptarnos a tiempo real, a ajustar nuestras prioridades de manera improvisada y sin garantía alguna, ya que actuamos por intuición y no tanto como consecuencia de un conocimiento verificado.

Nos enfrentamos un entorno VUCA (acrónimo creado en el U.S. Army War College para describir la volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad del mundo surgido tras el fin de la Guerra Fría y que posteriormente se ha convertido en referencia para los especialistas en estrategia empresarial).

Un entorno en el que se definen cuatro factores a tener en cuenta y sobre los que es necesario trabajar para gestionar el futuro:
  • Volatilidad que evidencia el efecto disruptivo de los cambios y la velocidad con la que estos se producen.
  • Incertidumbre que surge como consecuencia de la llegada de las situaciones imprevistas. La velocidad de los cambios dificulta el hecho de prever los acontecimientos y como consecuencia la poca capacidad de anticiparse a ellos.
  • Complejidad como atributo inherente de los problemas y los conflictos que es necesario resolver y que se agudiza cuando domina el caos y la desinformación.
  • Ambigüedad fruto del desconocimiento del significado de cualquier hecho y de la incapacidad para establecer con precisión las posibles amenazas y oportunidades antes de que nos superen.
Llegados a este punto sin retorno, la única expectativa es 'asumir estos cuatro factores como animales de compañía', convirtiéndolos en el sustrato sobre el que tenemos que dibujar nuestra estrategia de futuro.

El reconocido sociólogo polaco Zygmunt Bauman,  padre de la teoría de la modernidad líquida, definía hace algunos años el devenir del momento presente de la historia, en el que las realidades sobre las que se fundamentaba la vida de nuestros padres -tales como el trabajo y el matrimonio para toda la vida-, se habían diluido. Una circunstancia que, según destacaba, sirvió para dar paso a "un mundo más precario, provisional, ansioso de novedades y, en demasiadas ocasiones, agotador".

Un devenir ante el que Bauman se lanzó a predecir una situación que a día de hoy, resulta casi profética: 
"Debemos prepararnos para un largo período que estará marcado por más preguntas que respuestas, y por más problemas que soluciones (...) Nos encontramos (más que nunca antes en la historia) en una situación de verdadera disyuntiva: o unimos nuestras manos o nos unimos a la comitiva fúnebre de nuestro propio entierro en una misma y colosal fosa común". (Zygmunt Bauman. La Vanguardia 09/01/2017)
El caos actual no es más que un nuevo hito que convulsiona esa modernidad líquida, en la que marcas y personas debemos ejercitar nuestra capacidad de resilencia, dotándonos de la flexibilidad necesaria para amoldarnos a la disruptiva exigencia del cambio constante.

Una flexibilidad que significa que renunciamos a los compromisos permanentes. Que estamos dispuestos a modificar y readaptar nuestra conducta en función de los imperativos que la realidad nos impone de manera instantánea. Que nuestra escala de prioridades puede variar sin necesidad de disponer de un período de reflexión y maduración excesivamente amplio.

Y como marcas, esto nos obliga a asumir el reto de definir las características de un público objetivo con perfil voluble e inestable. Un 'target líquido', cuyos valores, emociones, deseos e intereses fluctúan según el momento y sus circunstancias y cuyo nivel de exigencia de soluciones se amplifica exponencialmente, como consecuencia de la inseguridad provocada por la incertidumbre.

Un target que además, muestra una actitud reivindicativa, pero ciertamente acomodada en la simple exigencia y no tanto en la proactividadQue aspira a recibir una remuneración emocional y de valor por parte de instituciones y/o marcas que cubra sus expectativas y, al mismo tiempo, identifique y ratifique sus propios valores éticos.
“Hoy hay una enorme cantidad de gente que quiere el cambio, que tiene ideas de cómo hacer el mundo mejor no sólo para ellos sino también para los demás, más hospitalario. Pero en la sociedad contemporánea, en la que somos más libres que nunca antes, a la vez somos también más impotentes que en ningún otro momento de la historia. 
Todos sentimos la desagradable experiencia de ser incapaces de cambiar nada. Somos un conjunto de individuos con buenas intenciones, pero que entre sus intenciones y diseños y la realidad hay mucha distancia. Todos sufrimos ahora más que en cualquier otro momento la falta absoluta de agentes, de instituciones colectivas capaces de actuar efectivamente”. (Zygmunt Bauman. La Vanguardia 09/01/2017)
Del  mismo modo, si realmente queremos 'conectarnos a las nuevas circunstancias sociales y de mercado', estamos obligados a ahondar en la definición de una nueva vía de trabajo que adopte modelos estratégicos abiertos, en los que nuestros valores diferenciales puedan fluctuar y modificarse instantáneamente como respuesta a las nuevas derivas del público objetivo.

Una afirmación que, a buen seguro, puede parecer aberrante -muchos pensareis que se corre el riesgo de poner en quiebra el posicionamiento de marca-, pero que no lo es tanto si definimos una nueva dimensión en la estrategia de marca, que dote de un mayor protagonismo a los 'valores éticos'.

Y es que, inmersos en el cambio constante, el nuevo rol de las marcas obliga a situar su referencia de valor en un nivel racional/emocional superior, que sirva como hilo conector con las convicciones más profundas del público.

Se trata de fijar y proyectar un pilar ético de la marca, convirtiéndolo en un argumento sólido, creíble y trascendente, que aporte una capa de coherencia 'política' a sus 'valores diferenciales' y abra el camino para la proyección de un compromiso que vaya mucho más allá de las acciones puntuales de responsabilidad social corporativa.

Un argumento inalterable y visible en todo momento, destinado a abrir una corriente de empatía con un público, que exige respuestas claras y acciones tangibles ante la fragilidad y volatilidad en la que está inmerso su área de confort.

Una 'razón de ser' que tiene que ser la gran referencia de cada una de sus acciones y que servirá como espejo que refleja los deseos y anhelos más íntimos del público.

Está claro que hoy (mejor que mañana), es el gran momento para que las marcas definan claramente su valor/compromiso ético, abriendo el camino a una conexión de íntima complicidad con el público, evolucionando su rol tradicional de marca que vende productos o servicios para pasar a convertirse en compañeras de viaje del usuario hacia una sociedad mejor.

Es el momento de que, ante la ausencia de liderazgos claros, las marcas pongan sobre la mesa su voluntad de transformar y mejorar la sociedad. Que recojan el guante de los anhelos de su público, abandonen los argumentos demagógicos y aspiracionales y se erijan como referencia de cambio activo y tangible.

En definitiva, creo que el valor ético tiene que convertirse en el detonador de un activismo de cambio positivo, que contribuya a dar coherencia a un mundo convulso y ciertamente desorientado. 

Creo que es un gran momento para hacer que las marcas, grandes y pequeñas, tomen conciencia de que más allá del valor de lo que venden, de los beneficios económicos a los que lícita y lógicamente deben aspirar, está su responsabilidad en la construcción de una sociedad mejor, escribiendo mano a mano con su público, las líneas argumentales de un futuro que, sin duda, se convertirá en su mejor legado. 

Creo que es el momento de hacer de la ética, la verdadera razón de ser de las marcas.

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¿Y ahora qué? 4 May 2020 11:16 PM (4 years ago)


Sí, ahora.... No mañana, ni pasado.

El día de hoy es determinante para lo que acontezca en el futuro inmediato.

Ahora es el momento de superar el miedo, la incertidumbre...

Resulta fácil decirlo, pero es lo que toca.

No hay escenario definido, ni órdenes precisas, ni herramientas a medida. No hay criterios claros que nos aporten confianza, ni tampoco un liderazgo indiscutible que nos sirva como colchón emocional.

Parece que el negro es el color que define el horizonte que nos espera.

Dramático.

Solo quedan dos opciones: o dejarnos llevar hacia lo inevitable, o tratar de remar para enderezar el rumbo, al menos, en parte.

Y remar debe ser el plan.

Tenemos que evitar que la ola nos arrastre y buscar la fórmula y el ánimo para luchar contracorriente.

Todos y cada uno de nosotros tenemos conocimiento, experiencia, creatividad e instinto. Algunos más que otros, pero todos disponemos de un bagaje que debe ser  nuestro principal recurso.

Pongamos sobre la mesa lo que tenemos. Analicemos y replanteemos nuestras ideas sobre lo que estábamos haciendo antes de la pandemia. Ajustemos las velas y reconsideremos las prioridades.

No empecemos por los números. No hagamos cuentas hasta que no tengamos claro cuál va a ser nuestra apuesta de futuro.

Qué sabemos hacer. Cuál es nuestra aportación de valor. Qué podemos aprender en corto espacio de tiempo que nos sirva como potenciador de nuestro valor acumulado. Con quién podemos contar. Cuál sería el mejor y el peor escenario que nos podemos encontrar. Cómo vamos a transmitir lo que ofrecemos.

Ya va saliendo el dibujo y podemos comenzar a delimitar los márgenes de un cuadro más o menos difuso.

Ahora tenemos un mínimo escenario sobre el que ir definiendo nuestra estrategia. Siempre flexible, siempre abierta a los cambios.

Apliquemos nuestro instinto. No hay datos fiables que nos aporten argumentos de valor sobre los que tomar decisiones. Así que no nos queda otra que dejarnos llevar por el instinto que hemos desarrollado a lo largo de mil batallas... que no son pocas.

Tomemos decisiones sobre nuestra propuesta de valor diferencial. El mercado del día después va a necesitar propuestas diferentes que aporten aire fresco y sean confiables. Servicios que respondan a nuevas necesidades y aporten soluciones asequibles y sobre todo, creativas.

Nuestros clientes también se enfrentan a un escenario de incógnitas. Y la mejor oferta que podemos hacerles es solventar alguna de ellas.

Especialicémonos. Seamos buenos en algo, no en todo.

No resulta creíble que tengamos la fórmula milagrosa para un problema global del que muy poco conocemos. No caigamos en el error de convertirnos en vendedores ambulantes de 'curalotodo'.

Convirtámonos en aliados, en compañeros de viaje que aportan valor y generan confianza. Aportemos conocimiento, creatividad, experiencia y sobre todo, humildad.

Seamos ese punto blanco que se abre a medida que avanzamos por el túnel y pone algo de luz en el camino.

Un camino en el que tendremos que dejar de ser proveedores al uso y convertirnos en parte del cliente. 

Y ahora sí. Hagamos números y cojamos aire. Porque el viaje apunta a que será largo y apasionante.

Y si no viajamos juntos, al menos espero que tengamos la suerte de coincidir por el camino, porque eso será la mejor señal de que seguimos avanzando.




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"El día de mañana": una nueva página en blanco para las marcas 13 Apr 2020 12:01 AM (5 years ago)



Incertidumbre... 

Quizás sea esta la palabra que más ronda en las cabezas del común de los mortales a causa de la pandemia.

Una palabra que define esa sensación incómoda e inquietante que, en muchos casos, genera un bloqueo mental altamente peligroso.

No seré yo el que afirme que la incertidumbre no ocupa parte de sus pensamientos. Ni seré yo el que se arrogue la receta mágica para superarla.

Ahora bien, la incertidumbre no puede ser la excusa para la inacción.

Porque ninguno nos lo podemos permitir. Ni las marcas, ni los políticos, ni los ciudadanos... Nadie puede, ni debe.

Y bajo la perspectiva de que actuar resulta inevitable, y que hacerlo cuanto antes es imprescindible, hoy quiero poner sobre la mesa una página en blanco.

Una página impoluta, que es el escenario habitual al que nos tenemos que enfrentar los que trabajamos en el mundo de la creatividad publicitaria.

Una página en blanco que por desgracia, no viene acompañada de un briefing claro. Ni siquiera de un histórico que nos ofrezca alguna pista de por dónde puede soplar el viento. Y es que en esta ocasión, nuestra creatividad parte desde una ventana de realidad nunca antes conocida.

De nada nos sirven los datos recogidos y acumulados hasta ahora. Ni los perfiles de público objetivo que tanto tiempo nos costó definir.

Ni siquiera sabemos cómo, ni cuándo, tendremos que poner la carne en el asador para abordar el nuevo futuro al que inexorablemente estamos abocados.

Un futuro en el que más de uno (y del mil) descubriremos que lo que veníamos ofreciendo hasta ahora -y que tanto tiempo y esfuerzo nos llevó dar forma y hacerlo presente en el mercado- muestra unos claros síntomas de obsolescencia no programada.

Incertidumbre...

La primera palabra que tiñe la página en blanco de una nueva historia, en la que va a resultar imprescindible revisar los valores que nos sustentan. Una página en la que tendremos que definir claramente esas nuevas prioridades sobre las que se va a asentar la actitud del nuevo perfil del público renacido tras la pandemia.

De este modo, para apartar la incertidumbre del escenario -o al menos, minimizarla al máximo-, hay que dejar de centrarse y concentrarse en lo que hemos sido hasta hoy y afrontar el reto de definir lo que tenemos que ser (y no tanto en lo que queremos ser) a partir de mañana.

Porque ser una marca, empresa, profesional... del día después, significa ser capaz de aportar una nueva visión de la realidad y adecuar la oferta a las nuevas necesidades.

Significa que hay que volver a ser capaces de crear nuevos valores que empaticen con el usuario, que le aporten seguridad física y emocional, que se identifiquen con sus expectativas y que sobre todo, sean asequibles para un nuevo público poco permeable a asumir ningún tipo de riesgo.

En definitiva, poner en el mercado nuevas formas de servicios basados en la seguridad tangible y demostrable como principal argumento de tracción de la confianza del usuario.

Una seguridad que tiene que convertirse en el primer ancla de nuestro nuevo valor, puesto que partimos de la base de que el principal argumento generador del cambio de paradigma es el miedo. Un sentimiento incontrolado, que se ha visto favorecido por la sobresaturación de información y desinformación. Por un caótico escenario de verdades y falacias que han alimentado aún más la incertidumbre, sometiendo a la sociedad a un (¿interesado?) estrés de consecuencias imprevisibles.

El miedo nos obliga a ir más allá de los valores intangibles de marca, que tan poéticamente hemos venido construyendo a lo largo de los últimos años. Todo hace pensar que llega el momento de volver al terreno de las certezas, de las garantías tangibles y certificadas, de los productos y servicios útiles, eficaces y sobre todo, confiables.

Lo volátil y superficial (el tradicional humo que se utilizaba para tapar las vergüenzas) ya no sirve como argumento de venta. Y la nueva página que nos toca escribir tiene que llenarse con propuestas directas, aprehensibles, cercanas a la necesidad emocional y racional del usuario. De planteamientos flexibles y adaptables a los continuos cambios en la agenda vital, que parece marcarán el devenir del día a día de los usuarios. 

Cambios de agenda que convertirán la incertidumbre en compañera habitual de ese nuevo área de confort global que se está configurando con la pandemia. 

Incertidumbre para la que, de momento, no existe una vacuna. Una circunstancia que nos obliga a buscar tratamientos paliativos que contribuyan a mantener saneada las relaciones de nuestras marcas con su público.

El mundo está cambiando. Es el momento de ser protagonistas de ese cambio.  Es el momento de poner a trabajar nuestra creatividad. Es el momento de actuar, sí o sí... porque nos va el futuro en ello. 


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La importancia de cuidar las ventanas de la marca 31 Jan 2020 2:13 AM (5 years ago)



"La 'Teoría de las Ventanas Rotas' sirve como explicación al efecto contagio de las conductas incívicas. Una teoría que nace del experimento realizado por un psicólogo de la Universidad de Stanford, Philip Zimbardo, en 1969.

Para llevarlo a cabo, dejó un coche con las placas de matrícula arrancadas y las puertas abiertas en las calles del Bronx de Nueva York, con la intención de ver qué es lo que pasaba. En tan solo unos minutos, los transeúntes empezaron a robar los componentes del vehículo. Hasta el punto que a los tres días, no quedaba nada de valor y comenzó a ser destrozado totalmente.

No contento con ello, Zimbardo abandonó un segundo vehículo en las mismas condiciones que el primero, pero en esta ocasión lo aparcó en un barrio rico de Palo Alto, California. A lo largo de una semana, el coche no sufrió ningún daño, por lo que el investigador optó por golpear y romper algunas partes de la carrocería. A partir de ese momento, el vehículo sufrió las mismas consecuencias que el que había sido aparcado en el barrio del Bronx.

Con los resultados de este experimento, James Wilson y George Kelling dieron forma a la 'Teoría de las Ventanas Rotas', en la que se explica que si en un edificio aparece una ventana rota, y no se arregla pronto, inmediatamente el resto de ventanas acaban siendo destrozadas por los vándalos. Una situación que se produce porque la dejadez y el deterioro transmiten el mensaje de que aquello que nadie cuida es terreno abonado para proyectar conductas incívicas, con una enorme capacidad de contagio social".

'Cuidar las ventanas de la marca', esa es la clave para mantener su valor ante el público a lo largo del tiempo.

Un cuidado que abarca todos los aspectos a través de los que se manifiesta dicho valor, y que son responsabilidad de todos y cada uno de los actores que intervienen en su gestión.

Es un hecho incuestionable que los pequeños detalles -cuya importancia suele ser, en demasiadas ocasiones, desdeñada- pueden terminar convirtiéndose en la zona cero de una pandemia que minará la imagen y el valor global de la marca.

Una inadecuada atención al cliente, la dejadez en la aplicación de la imagen corporativa en campañas, la creación de contenidos 'de relleno' en redes sin valor real para el público, la falta de empatía con las necesidades de los clientes... conforman un escenario de 'micro-deterioro progresivo de la imagen de marca' que puede convertirse -y se convertirá casi con toda seguridad- en el detonante de una pérdida de respeto y de valor por parte del público.

Porque si se desprecia el cuidado de los detalles desde la propia marca, estamos exponiéndola gratuitamente a la crítica del usuario.

Una crítica que actualmente se ha convertido en un arma de destrucción masiva en las redes, a causa de su enorme capacidad expansiva. Tanto es así, que puede llegar a fulminar la credibilidad y el valor de una marca en cuestión de horas.

De este modo, a la hora de definir una estrategia, resulta fundamental implicar a todos los departamentos y empleados de la empresa en la responsabilidad de la gestión y mantenimiento de la imagen de la misma, convirtiéndola en parte de su labor cotidiana.

De ahí la importancia de que los manuales de protocolo de atención, de identidad visual corporativa, de tono y estilo de la comunicación, de comunicación de crisis, etc., sirvan para algo más que para presumir de tenerlos, y se transformen en una herramienta de trabajo diario para todos.

Así que tengámoslo muy claro: a la hora de gestionar nuestra marca siempre debemos tener en cuenta que 'por la dejadez entra la peste'... Así que cuidemos nuestras ventanas, que nos va la marca en ello.

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La Re-evolución del Marketing: hacia un nuevo valor del valor de marca 27 Dec 2019 2:06 AM (5 years ago)



“Todo fluye, todo está en movimiento y nada dura eternamente. Por eso no podemos descender dos veces al mismo río pues cuando desciendo al río por segunda vez, ni el río ni yo somos los mismos”. 
(Heráclito)


Los que desarrollamos nuestra labor profesional en el mundo del marketing nos enfrentamos a diario a cambios que afectan directamente a nuestro trabajo.

Con la eclosión de internet -cuyo efecto 'revolucionario' ha transformado y sigue transformando los paradigmas de la comunicación a escala global-, la definición de las estrategias se ha visto alterada por un profundo cambio de modelo en la gestión de las marcas.

Nuevas herramientas y nuevas posibilidades de conocimiento de la realidad, que han hecho posible la monitorización de datos hasta extremos nunca vistos (y lo que queda por ver), se han convertido en el centro neurálgico sobre el que trabajar a nivel estratégico y táctico.

Las marcas nunca habían contado con tanta información, ni tampoco con tanta capacidad para extraer, analizar y segmentar dicha información a través de herramientas cada vez más accesibles.

Ahora bien, el profundo conocimiento de la realidad de la marca y de su público no implica que las estrategias garanticen el éxito. Porque no solo se trata de medir, conocer y analizar datos, sino de llegar a ser capaces de comprender el por qué, el cómo, el cuándo, el para qué y, sobre todo, 'el hacia dónde' debemos enfocar los planteamientos estratégicos en base a la información adquirida.

Porque está claro que con una buena gestión del dato nos acercamos al conocimiento óptimo del escenario y de los actores que intervienen en él. Pero también hay que tener en cuenta que la obra que representamos no cuenta con un guión estable. Que la realidad nos demuestra a diario su carácter cambiante. Que la razón de una marca -que no es otra que tratar de empatizar con los valores y deseos del público- no puede centrarse exclusivamente en el 'ahora', sino que debe ahondar en el 'después'.

Y es aquí, donde la supuesta revolución generada a través del marketing digital debe asumir un nuevo rumbo, cediendo el paso a una redefinición de los valores de las marcas. Unos valores que no se sujetan tanto a la realidad comercial del mercado, sino a una nueva realidad social sobre la que resulta prioritario intervenir.

Porque los datos nos definen de manera certera el perfil del público y su escenario de acción. Un público activo y cambiante, que trata también de encontrar su espacio en el nuevo paradigma digital. Un público que siente, reclama, opina y decide en función de una realidad que se transforma cada minuto. Una circunstancia que hace que la racionalidad de un producto se quede corta de cara a una relación a medio y largo plazo entre la marca y el cliente.

Es importante tener en cuenta que el nuevo consumidor no solo quiere una satisfacción comercial, sino que también reclama un efecto social a través de su compra.

Las crisis sociales que salpican el mundo son un indicativo de ese reclamo de proactividad exigible a aquellos que dominan el escenario de comunicación y de acción.

Las marcas ya no pueden hacer simples cameos en la historia, sino que deben pasar a asumir un papel protagonista en la misma.

En mi opinión, el futuro del marketing no pasará por una nueva revolución tecnológica (al menos a corto plazo) sino por una re-evolución en la escala de valores sobre los que trabajar.

Las marcas que quieren tener un futuro no pueden conformarse con un simple discurso fatuo de implicación social, sino que deben asumir un papel activo y permanente en el devenir político y social de su entorno.

Ser una marca responsable no basta. Es momento de dar forma a una nueva escala de valores represente un compromiso real en lo político, lo social, lo medioambiental, etc., definiendo de manera clara y rotunda su 'efecto tangible' ante el público.

Ya no se trata solo de vender un producto o servicio, ahora hay que convertirse en catalizadores de los cambios reclamados por el usuario.

Ya no se trata tanto de ser una marca de trascendencia comercial. Hay que re-evolucionar y convertirse en una 'marca con compromiso político y/o social'... y demostrarlo a diario.

De este modo, se define ese tránsito hacia una re-evolución del marketing, que emana de la gran transformación digital del mundo. Una re-evolución que exige una revisión de los valores de la marca, con el objetivo de dotarla de un nuevo valor más trascendente, más comprometido y más activo.

Una re-evolución que permitirá que el usuario encuentre la satisfacción plena a través de su acción de compra. Porque no solo adquiere en valor del producto, sino que se convierte en partícipe protagonista de un cambio, a mejor, en su entorno.

En definitiva, creo que es fundamental avanzar hacia un nuevo valor de marca que se multiplicará exponencialmente en función del beneficio social que genere.

Un nuevo valor que permitirá que las marcas y su público contribuyan, de verdad, a cambiar el mundo.





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Estimado Sr. Presidente de una gran marca... 28 Jun 2018 11:32 PM (6 years ago)




Estimado Sr. Presidente:

Con todo el respeto y prevención, me permito la osadía de escribirle unas pequeñas reflexiones que espero -si es que las llega a leer- le sirvan para al menos, conocer el punto de vista de este humilde autónomo que se dedica a esto de 'hacer marca', diseñando estrategias para las empresas y poniendo un poquito de creatividad en el empeño.

Y no me quejo. 

Bueno, sí, pero hoy no es el día para hacerlo.

El motivo de la presente es sencillamente, transmitirle el deseo de que predique con el ejemplo. Que esto de dirigir España es un reto apasionante y complejo, cuya exigencia puede hacerle olvidar algo muy importante: la ilusión y el orgullo de quienes nos ha tocado vivir en este país.

Y lo digo porque España es, sin duda, una marca con un enorme potencial. Un país que contiene un enorme talento creativo, intelectual y social. 

Un país que puede presumir de mucho y avergonzarse de poco. Pero que por circunstancias ajenas a la ciudadanía, adolece de una baja autoestima que nos lastra y nos hace creernos por debajo de nuestro valor. 

Predique con el ejemplo. Saque pecho y viralice un mensaje que impulse orgullo, con acciones de comunicación bien planteadas y enfocadas.

Y por supuesto, no caiga en el error de aferrarse a mensajes oportunistas pero vacíos, que lo único que generan es un overpromise decepcionante y a medio plazo, inútil.

Independientemente de lo ideológico, aplique el sentido común sobre el que siempre se han asentado las grandes ideas, dando forma a un todo en el que cada parte encuentre su acomodo.

Pero sobre todo, no trate de cambiar la marca. Ni siquiera hacerle un restyling. Porque creo que no hace falta. 



Lo que realmente es necesario es que nuestro país se rearme de moral y recupere un sentido de comunidad, a través de la actualización de esos valores que históricamente nos han unido y nos han hecho brillar,  y también con la incorporación de otros nuevos que nos permitan seguir siendo atractivos y competitivos.

Y como Presidente de la mayor marca de nuestro país, le pido que recuerde y aplique los principios básicos del marketing, que establezca una estrategia que determine y segmente adecuadamente los públicos a los que se dirige, que base sus mensajes en realidades tangibles -no en bombas de humo- y que defina unos objetivos concretos y comprensibles... 

Y sobre todo, escuche. Preste atención a los datos. Analice las respuestas y aplique las correcciones necesarias para que 'la campaña' module y se adapte a la realidad y las exigencias del día a día y de los diferentes públicos.

Soy consciente de que no es una tarea fácil. Pero está claro, que si queremos proyectar nuestra Marca País, el único camino es hacer que nuestro valor se perciba adecuadamente dentro y fuera de nuestras fronteras... 

Y eso, Sr. Presidente, es mucho más que hacer política... Es hacer buen marketing.

Reciba un cordial saludo.


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Change your #brand. Change the world 21 Jun 2018 8:42 AM (6 years ago)



De cambiar el compromiso de marca. De eso se trata.

El nuevo marketing parece que nos aboca a un espacio de revolución constante, en el que las herramientas de trabajo nos someten a la dictadura de un cambio inminente... A una dictadura en la que la evolución no solo es necesaria, sino urgente.

Necesitamos cambiar nuestra mentalidad teórica, moldeando nuestros planteamientos de marca al pairo de los acontecimientos, reaccionando de manera automática ante los constantes inputs que nos aportan el mercado y por supuesto, la tecnología. Y es que vivimos inmersos en un tsunami de información en forma de datos, que modifica constantemente la percepción del futuro de nuestras marcas. Estamos rodeados de una marea de usuarios de actitud volátil, que se mueven de forma -en apariencia- errática y cuya voluntad y deseos cambian de manera improvisada.

Y así, nos encontramos en la tesitura de tener que apostar por sumergir nuestros valores de marca en las corrientes de ese cambio perpetuo o por contra, mantenernos fieles a un espacio que hemos definido en nuestra estrategia y que mantendremos inalterable, a la espera de que sea capaz de atraer la atención de nuestro público.

Sea cual sea nuestra opción, todo nuestro esfuerzo parece que está abocado a fluir a través de un espacio inestable y volátil, dejando nuestras propuestas de valor a merced de los vientos que soplen y teniendo poca o nula capacidad para maniobrar fuera de las tormentas que puedan producirse.

Ahora bien, ante esta situación, yo me pregunto si no resultaría mucho más productivo arriesgarnos a tomar las riendas, a ir más allá de las corrientes y mareas dominantes, estableciendo unos criterios de valor de marca que no solo no se resignen a ajustarse a las tendencias dominantes, sino que busquen transformar los códigos de valor que mueven el mercado.

Yo me pregunto si no resulta más interesante, afectar como marca a nuestro espacio de comunicación con el usuario, estableciendo unos criterios de valor renovados que busquen transformar algo más que su percepción sobre nuestras virtudes e invitándole a interiorizar las bases de un modelo de cambio social.

Me refiero a que como marca, asumamos un rol que nos eleve por encima del mero ámbito del producto, convirtiéndonos en transformadores sociales, en dinamizadores del un cambio social transcendente con el que el usuario se identifique.

Me refiero a que asumamos la responsabilidad de aportar nuestro granito de arena en la transformación del entorno social de nuestro público, ahondando en escalas de valores superiores que contribuyan a la creación de una sociedad más justa y solidaria.

Me refiero, en definitiva, a que aprovechemos el potencial del marketing para algo más que evidenciar las bondades de nuestros productos y/o nuestros servicios.

Me refiero a que aprovechemos la obligación de tener que cambiar nuestras marcas para, por lo menos, intentar cambiar y mejorar el mundo... 

Eso sí, pero haciéndolo de verdad, sin caer en las redes de ese 'postureo de marca', que viste mucho pero cambiar, cambia poco.




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El valor intangible, factor determinante para la creación de marca 18 Mar 2018 10:53 AM (7 years ago)



Más allá del precio, de la utilidad del producto, de la apariencia... O, lo que es lo mismo, de los aspectos racionales que 'marcan la marca'... Más allá de todo aquello que consideramos 'valor diferencial -ese apellido sobre el que se construye toda estrategia-, existe un espacio intangible en el que el público encuentra su razón para la compra.

Un espacio que se mueve en torno a la emoción, que adjudica un rol 'personal e intransferible' a la marca y que permite establecer una conexión de empatía implícita y trascendente en la relación con los usuarios.

Un espacio líquido que va tomando su forma en función cómo la marca 'argumenta' su valor, poniendo en escena mensajes que sugieren, seducen y apelan a las emociones individuales de sus usuarios.

Y lograr que una marca adquiera ese valor intangible no resulta fácil.

Porque en el fondo, de lo que se trata es de superar la barrera de la obviedad en la comunicación, adentrándose en la creación de sensaciones, de impulsos que activen la emociones e inciten a la creación de un concepto personalizado en el usuario... De una interpretación libre del valor del producto y por qué no, también de su verdadera utilidad para el usuario.

De este modo, la proyección de la marca ahonda en un diálogo más real, estableciendo una sinergia entre el valor diferencial y la interpretación que de éste hace el usuario.

Ya no se trata de vender una razón tangible, sino de proponer un beneficio moldeable a la necesidad real de quien compra.

En definitiva, ya no se trata de ser una 'marca de referencia para muchos', sino de convertirse en una 'marca de referencia para cada uno'.

Y es que, una marca dotada de 'valor intangible' no apela a las masas, sino a la reinterpretación emocional y racional del individuo. Un camino que permite establecer un verdadero diálogo y que derivará en una relación más estrecha y duradera entre las partes.





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El triunfo de la mediocridad 5 Jan 2018 1:23 AM (7 years ago)

Pues sí. Parece que no terminamos de aprender la lección...

Unos porque seguimos creyendo en las decisiones justas y otros porque se obcecan en imponer unos criterios objetivos (muy subjetivos) que rompen con el status quo de remunerar la calidad con un precio justo.

Pero no. No aprendemos.

Y una vez más (y van unas cuantas) descubrimos que los concursos públicos siguen adoleciendo de un criterio de justicia que prime a los mejores, por encima de los más baratos.

Una vez más, de nada sirve haber conseguido la máxima calificación técnica, estratégica y creativa -avalada por un intenso año de trabajo precedente, en el que se revolucionó todo el modelo publicitario de la institución, obteniendo excelentes resultados y conversiones-, frente a la estulticia de aquellos que prefieren pagar menos a sabiendas de que 'compran' algo de calidad inferior.

Es triste comprobar cómo un organismo público, que se encarga de formar a futuros empresarios y profesionales, y que presume de ser una referencia para el sector, aplica un criterio ruin y mezquino a la hora de valorar la excelencia de sus proveedores. Mal ejemplo para empezar a formar a nadie.

Resulta difícil creer que aquellos que gestionan los fondos públicos (o sea, nuestros dineros), aprieten las tuercas de las empresas proveedoras, primando el ajuste de márgenes próximos a la temeridad, para luego despilfarrar esos fondos en campañas con muy poco o ningún sentido.

En fin. Ya se que la vida sigue y que ya habrá otras ocasiones. Pero me resisto a aceptar que a quienes dirigen las instituciones públicas en nuestro país se les llene la boca con fastuosas palabras y promesas de futuro, mientras siguen alimentando políticas de gestión que priman la mediocridad y castigan a quienes aspiran a proyectar el talento y el buen hacer como seña de identidad de nuestro país.

Me resisto y me resistiré a creer que, para poder triunfar en nuestro país, no es necesario ser bueno, que solo hace falta ser barato.

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Si quieres ser una marca grande, no dejes de ser normal 20 Jul 2017 8:55 AM (7 years ago)



Sí (aunque a alguien le pueda sonar raro), me atrevo a afirmar que la construcción de una marca de éxito (y da igual si es personal o comercial) debe tender a la 'normalidad'.

Es evidente que la búsqueda de esa singularidad/unicidad que nos identifica y diferencia como marca, y que aporta ese valor único determinante para conseguirlo, rompe con la esfera de lo común y nos traslada al escenario de lo 'diferente'. 

Y es también es evidente que cuando construimos una marca, nos focalizamos en el esfuerzo de alcanzar ese status que nos incorpore al ámbito de las 'star system' y nos permita destacar sobre el resto de competidores. Y no solo es evidente, sino que eso está bien, porque a la hora de construir una marca 'diferente' es lo que se debe hacer.

Ahora bien, tratar de alcanzar la cima de la singularidad implica un progresivo e ¿inevitable? alejamiento de nuestro público. 

Ser una marca que se sitúa en la cima de la relevancia, implica un creciente distanciamiento de aquellos a los que, en el inicio del proceso, conocíamos de forma muy pormenorizada y a los que queríamos tener cercanos. Un público al que ahora que ya es multitud, hemos transformado en un cúmulo de 'datos' que hay que homogeneizar para poder trabajarlo con el mínimo esfuerzo.

Los intereses de la marca varían con el éxito. Los objetivos mutan transformando las estrategias, evitando la asunción de riesgos (asumibles cuando no tenemos nada que perder) y buscando nuevos planteamientos cómodos que no pongan en peligro nuestro elevado status.

Casi sin darnos cuenta, nos encontramos apoltronados en un podium de exclusividad y de reputación que nos permite disfrutar del paisaje desde lo más alto, pero desde el que ya no tenemos una perspectiva tan directa y cercana de nuestro público como la que disfrutábamos al empezar.

Sin ser muy conscientes de ello, nuestra marca tiende a despersonalizarse, adquiriendo una coraza externa que la distancia de la realidad de sus seguidores. Una coraza que nos impide el movimiento y nos obliga a forzar la iniciativa de nuestro público para conseguir que sea él el que se acerque, en vez de ser nosotros los que asumamos la responsabilidad de ir a buscarlos.

Nos despreocupamos de la realidad individual de quienes nos llevaron a la cima con su apoyo, y nos conformamos con construir una realidad globalizada para la que crearemos una respuesta más o menos genérica, basada en la aplicación de un algoritmo que bien podríamos denominar 'del café para todos'.

Y así terminamos por alejarnos tanto de la verdadera esencia de la personalidad de marca, que llega el día en el que suspiraremos con nostalgia por aquellos tiempos en los que la 'normalidad' nos hacía ser más humanos y próximos.

Crezcamos, sí, pero no perdamos nunca el contacto con la normalidad... Que mejor nos irá.



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Si quieres comunicar, practica el contacto con tacto 31 Jan 2017 7:40 AM (8 years ago)



Comunicar significa entrar en contacto o, al menos, intentarlo. Y en ese proceso -en el de llegar a contactar con otras personas- lo más importante no está en lo aparente de nuestra presencia, ni tampoco en la profundidad de nuestro discurso... 

Lo realmente importante trasciende al propio mensaje a transmitir, ahondando en un plano mucho más sensible y difícil de medir: el de la actitud.

Son innumerables las ocasiones en las que todos nos hemos enfrentado a situaciones en las que una inadecuada actitud inicial por parte de nuestro interlocutor lleva al traste cualquier posibilidad de consolidación de ese primer encuentro. Una actitud excesivamente interesada, por ejemplo, suele derivar en un 'cierre de fronteras' por nuestra parte.

A quién no le ha ocurrido que después de aceptar una solicitud de contacto de alguien -en apariencia interesante- en una red social, su respuesta inmediata a tu aceptación es venderte algo, recomendarte que leas su blog, que le sigas en otras redes, que le votes en un concurso... En fin, que su respuesta no verbalizada hace bueno el dicho de 'por el interés te quiero, Andrés'.

Y esto, que parece una mala praxis a todas luces, es mucho más habitual que lo que pensamos. 

En mi opinión, la absurda tendencia que empuja a conseguir ser relevantes o, peor aún, influencers, para trascender en nuestro plano profesional o personal, está derivando en un absoluto desquiciamiento de la comunicación. 

Estamos llegando a un punto en el que nos hemos convertido en pilotos de una carrera en la que la apariencia manda, convirtiéndose en la carrocería de un egocentrismo que sólo busca el reconocimiento, el aplauso gratuito y poco más.

Y así, la redes sociales se están transformando en un cúmulo de perfiles de vanidad mal entendida, que distan mucho de ser el camino para un contacto social de verdad.

Los casos de youtubers que malinterpretan el sentido de la plataforma y corrompen el valor del contenido en aras de su propia vanidad; tuiteros que convierten sus tuits en armas de destrucción personalizada, que buscan convertir su necedad en trendig topic para ser aclamados por una clá de aplaudidores descerebrados, que prefieren lanzarse opinar y vocear, antes que ponerse a pensar...

Y así vamos perdiendo el contacto. 

Y lo hacemos porque hemos dejado de lado muchos de los aspectos que hacen de la comunicación la herramienta fundamental para socializar. Una herramienta universal que puede y debe ser la base para la creación de sinergias entre personas y también entre marcas, para la movilización social, para la demolición de barreras ideológicas y culturales... Tanto es así, que no resulta extraño ver cómo también los líderes mundiales terminan ejerciendo esa mala actitud que confunde los valores con el populismo y la contundencia discursiva con el exabrupto.

Vamos perdiendo el contacto con esa realidad tangible, que se plasma detrás de una actitud proactiva no interesada, de un abrazo de más de 10 segundos, de una palabra amable cantada desde el corazón, de un contenido bien trabajado y que aporta valor al mundo, de una campaña publicitaria que no sólo vende, sino que transciende por su mensaje cargado de compromiso...

Por eso, es fundamental que nos volquemos en recuperar la esencia y el valor de la comunicación. Un valor que es el principal responsable de nuestro crecimiento como personas, que nos mueve y nos remueve y que nos acerca cada día a los demás.

Por eso, es fundamental recuperar el contacto con la realidad.

Por eso es fundamental recuperar 'el tacto' en nuestra comunicación.



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El contexto hace la comunicación 10 Nov 2016 8:15 AM (8 years ago)






Cada cosa en su contexto, esa es la clave de una buena comunicación. 

Porque por mucho que nos empeñemos en romper esquemas, en plantear opciones disruptivas y sorprendentes, nunca debemos olvidar que el contexto será el que aporte la dosis de coherencia necesaria para que puedan ser asumidas y valoradas por el público.

Tratar de romper la norma contextual sólo nos conducirá a la desorientación del público e incluso, puede llevarnos a un punto de rechazo, que pondrá en evidencia nuestra falta de celo en los detalles, reduciendo nuestra intención creativa a una mera 'ocurrencia' fuera de lugar.

Y es que, el contexto en comunicación no sólo se reduce a un espacio físico, a un soporte o a la narrativa de una historia, ni mucho menos: 'el contexto es un valor inherente a todo lo que pensamos, hacemos y transmitimos'.

Tanto es así que nosotros -seamos personas o marcas- somos parte fundamental del contexto de nuestra propia realidad. Una realidad que se construye con cada cosa que hacemos, con cada comentario o información que compartimos y en cada espacio en el que nos desenvolvemos. Porque cada aspecto que proyectamos de nuestra propia esencia, va dando forma a un contexto propio y singular. A una especie de marca de agua que nos identifica y sobre la que nos proyectamos de manera consciente e inconsciente.

De este modo, a la hora de trabajar nuestra proyección de marca, deberemos tener muy en cuenta el escenario en el que nos vamos a proyectar. No se trata sólo de buscar ese espacio que nos permita tomar contacto con nuestro público objetivo, sino que además deberemos tener en cuenta el contexto que rodea dicho espacio objetivo, así como el propio -que deberemos modular adecuadamente para que no genere una tensión innecesaria y pueda convivir y ser asumido sin problemas por el público-.

Ese proceso de 'homologación de nuestro contexto' es el que nos permitirá 'sacar los pies del tiesto' en un momento determinado, rompiendo nuestros esquemas habituales de fondo, tono y estilo, pero con la garantía de que esa disrupción se ajusta a una 'proyección de personalidad' sorprendente, asumible y atractiva para nuestro público objetivo.

Esto significa que la personalidad de nuestra marca será determinante a la hora de plantear los límites del contexto de nuestra comunicación. Unos límites que hay que trabajar, fortalecer y ampliar día a día, apoyándonos en los valores que nos singularizan y que serán determinantes para conseguir la confianza de nuestro público y que marcará nuestro nivel de relación e intimidad con él.

En definitiva, a la hora de tratar de sorprender y romper esquemas, siempre deberemos tener en cuenta que nuestra personalidad de marca es la que establece los límites de nuestro contexto de comunicación. Unos límites que podemos romper, siempre y cuando no quiebren la esencia de nuestra identidad y no sobrepasen los límites del contexto de nuestro público... 

Y conseguirlo no es fácil, me temo.


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El usuario no compra causas, compra efectos 27 Oct 2016 1:39 AM (8 years ago)



Para entender el enfoque de este post comenzaré explicando uno de los ejemplos más evidentes: el de los fármacos.

Y es que cuando estamos enfermos, la clave está en encontrar el medicamento que nos cure. Y para ello, nuestra búsqueda -o, en su caso, la del médico- se centra en los 'efectos' y la eficacia de dicho medicamento. Poco nos importa su composición -que en la mayoría de las ocasiones, se escapa a nuestros conocimientos-, pero sí su valor curativo. Tanto es así, que cuando miramos el prospecto, lo único que nos interesa es ver si se ajusta a nuestra sintomatología y por supuesto, si sus 'efectos secundarios' son asumibles.

Los 'efectos' son, en una gran mayoría de los casos, la clave sobre la que debe girar una estrategia de comunicación. Porque resulta mucho más eficaz apelar al imaginario del usuario, transformándonos en una emoción deseada o en un beneficio objetivo/subjetivo, que obcecarse en evidenciar los aspectos racionales sobre los que se asienta nuestra propuesta de valor.

Incidir sobre la capa emocional de la decisión significa que tenemos que conocer bien a nuestro público, que debemos aplicar dicho conocimiento a la creación de un contexto asumible y sobre todo, creíble.

Porque de nada sirve crear una cortina de humo sugerente, si detrás de ella no asentamos las bases de un 'efecto' que cumpla con las expectativas generadas. La confianza, basada en la credibilidad, es la que nos permitirá además, sentar las bases para la fidelización del usuario.

Una confianza que permite incluso aumentar el valor cuantitativo del producto, puesto que el usuario está dispuesto a pagar más, dada la garantía que le ofrece una marca confiable y que le asegura una remuneración emocional.

Todo esto implica que debemos trabajar de cara a asentar nuestra marca y nuestro producto en el subconsciente del usuario. Ser parte de su imaginario aspiracional nos permitirá activar sus deseos de compra de manera intuitiva, integrando nuestra marca como parte de su inconsciente.

Un inconsciente que se activa en el momento en el que las necesidades de remuneración emocional se convierten en prioridad para el usuario.

En definitiva, tenemos que ser capaces de convertir nuestra marca y nuestro producto en la medicina emocional de nuestro público... Porque por nuestros 'efectos' nos comprarán.



Juan Boronat

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Sobre los 'amateurs del marketing digital' 3 Oct 2016 10:16 AM (8 years ago)




De momento, haberlos haylos... Y por desgracia, muchos más de los que pensamos.

Y es que, la pandemia de 'juanpalomismo',-esa que ha proyectado a escala interplanetaria el dicho de 'como Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como'- ha convertido el sector del marketing y la comunicación en un hervidero de espontáneos que, ni cortos ni perezosos, se lanzan al ruedo del diseño y gestión estratégica de la comunicación de marcas, especialmente en el ámbito digital.

Lo que en un principio fue el jugueteo de unos pocos 'osados', ahora se ha convertido en una especie de pandemia parasitaria de pseudoprofesionales -surgidos desde las procelosas aguas de un mal interpretado conocimiento informal-, que machacan el mercado con burdas propuestas de 'todo a cien' y cuya falta de rigor y seriedad ha causado, y sigue causando, graves efectos colaterales para un gran número de pequeñas y medianas empresas. Y lo que es todavía peor, afectando directamente a la imagen de las empresas del sector.

Estoy seguro de que muchos de los que os dedicáis profesionalmente al marketing, os habréis visto en la tesitura de tener que atender los lamentos de algún empresario que ha sido víctima de la 'deficiente praxis' de alguno de estos oportunistas, seducido por la labia y/o el bajo precio que le decían que le iba a costar.

Ahora bien, la culpa de todo esto no es exclusiva de estos 'amateurs', sino que se debe repartir equitativamente entre todos los actores que intervenimos en el proceso.

Por un lado, los empresarios que se lanzan al ruedo sin mirar, y que deberían valorar más la calidad, la formación cualificada y la trayectoria de quien les presentan una propuesta, y no tanto el precio -que ya deberían saber que lo bueno hay que pagarlo-. Y por supuesto, no escudarse en la excusa del 'yo de esto no entiendo', porque el desconocimiento no es un argumento válido a la hora de tomar decisiones empresariales. De ahí que lo más recomendable antes de meterse en el barro, es adquirir un mínimo conocimiento sobre el tema, que le permita tomar decisiones con una mínima garantía.

Por otro, los profesionales que vivimos de esto, y que deberíamos esforzarnos más en proteger nuestros intereses colectivos, formando e informando de manera precisa sobre la cualificación necesaria para contratar un profesional o un equipo con garantías.

Y finalmente, sería bueno que reflexionásemos sobre la calidad de los contenidos ofrecidos en muchos eventos formativos -reglados y no reglados-, en los que, en algunas ocasiones, se tiende a lanzar un canto de sirena falaz, que promete la profesionalización del alumnado simplemente aportándoles cuatro conocimientos básicos. Conocimientos que resultan totalmente insuficientes a la hora de ofrecer una propuesta que aporte una solución a las necesidades de las marcas.

Hoy, más que nunca, la profesionalidad no sólo hay que hay que mostrarla, sino también demostrarla. Porque esa es la única forma de competir contra esta fiebre de espontaneidad que nos invade.

Una demostración que evitará -o al menos, paliará- los efectos colaterales de las malas praxis, cuyas secuelas, en demasiadas ocasiones nos obligan a perder el tiempo 'apagando incendios y arreglando atascos en la comunicación de marca, ocasionados por estos amateurs', en vez de dedicarnos a proyectar el valor diferencial de las empresas con solvencia estratégica y táctica.

Y para que esto suceda, no queda otra ponerse las pilas y ser profesionales. Opino.

Juan Boronat

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Cuando el blog no tiene quién le escriba 12 May 2016 8:20 AM (8 years ago)



No. Este blog no ha muerto -aunque en ocasiones puede parecer que agoniza-. Os aseguro que sigue vivo, aunque no coleando.

Simplemente, está en una especie de pausa compleja, fruto de una cierta parálisis creativa, de una inexcusable falta de tiempo y sobre todo, de una ausencia de argumentos novedosos para 'predicar' con el ejemplo.

Así que como muestra de que todavía hay pulso, hoy me he lanzado a escribir una breve reflexión sobre el duro trabajo de escribir un blog y que además, espero que me sirva como auto-terapia para analizar mi parálisis creativo-literaria.

Es obvio, que para quienes buscan únicamente llenar de posts su cuaderno de bitácora -sin mayor afán que vestirlo de palabras-, no resulta muy complicado alimentarlo. Ahora bien, para aquellos que realmente se preocupan de encontrar un motivo de conversación o de reflexión, un valor diferencial o un contenido que aporte algo de aire fresco al infoxicado entorno en el que nos movemos, la cosa se complica.

Y es que -en la mayoría de los casos-, la trascendencia de un blog  viene determinada por su calidad, por su grado de aportación de valor y por su capacidad para sacar del hastío, de la desinformación o del 'más de lo mismo' a quienes lo disfrutan.

En mi opinión, los blogs -más allá de su validez como respuesta estratégica para marcas personales y comerciales- deberían seguir manteniéndose como repositorio de verdades y talento de quienes los crean. Su tecnificación estratégica está muy bien si su objetivo es 'vender algo', pero es evidente que el exceso de técnica, de táctica y de 'aspiraciones' terminan matando su espontaneidad y su frescura. 

Es bastante habitual observar cómo, a medida que el blog va creciendo y acumulando seguidores, se suele caer en la tentación de dejar de escribir lo que se quiere y se cae en la dictadura de 'contar' lo que el público quiere escuchar...

Y es aquí donde debemos plantearnos si realmente queremos que la singularidad de un blog se base en la personalidad y talento del autor o, por contra, en su capacidad de apaciguar los deseos y dictados de la audiencia. O, lo que es lo mismo, plantearnos si queremos renunciar a ser lo que somos, a cambio de recibir el aplauso inducido del público.

Evidentemente, todo depende de los objetivos que tengamos a la hora de plantear nuestro blog -que todos son igual de lícitos- pero pienso que, independientemente a esos objetivos, siempre debe prevalecer nuestra esencia y nuestra singularidad.

Porque en definitiva, a la hora de escribir y compartir, lo más importante no es la cantidad, ni tampoco la calidad... Lo más importante a la hora de aportar es que, hagamos lo que hagamos y contemos lo que contemos, seamos capaces de llenarlo de 'autenticidad y de verdad'... Nuestra verdad.


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¿Eres o aparentas? El teatro de las redes sociales 2 Feb 2016 1:31 AM (9 years ago)



Fingimos...

Todos, en algún momento, hemos sucumbido a los cantos de sirena de la falsa apariencia. Hemos optado por vestir nuestra presencia con un disfraz social que camufla nuestras debilidades o, en su caso, proyecta una imagen amplificada y magnificada de nuestra propia personalidad.

Puede parecer que la comunicación on line es la responsable de esta eclosión de falsas apariencias. Pero no es así.

El 'aparentar' forma parte de la esencia del ser humano, de su ADN social, una actitud que se remonta al principio de los tiempos y que ha terminado convirtiéndose en una herramienta de interacción habitual.

Ahora bien, el exceso de falsa apariencia es perjudicial para el devenir de la marca personal. Porque en el fondo, el cúmulo de falsos argumentos termina minando nuestra personalidad, hasta convertirnos en un 'personaje'. En un ser idealizado y endeble, que termina atrapado por su propia mentira, perdiendo el control sobre su propia esencia.

Esta circunstancia es, sin duda, el gran problema de la comunicación en redes sociales. Un entorno cada vez más saturado de vestidos engolados, en la que las batallas de egos están minando la espontaneidad, mediatizando la opinión y corrompiendo la autenticidad de los contactos.

Y así, terminamos viviendo un burdo furor por querer que vendernos como algo más de lo que somos. Por engañar y engañarnos. Por tratar de vivir un falso éxito social y/o profesional... En definitiva, por transformar nuestro storytelling personal en un cuento de ilusión y fantasía... en un mundo de Yupi que, por mucho que nos empeñemos, no conseguirá camuflar nuestra verdad.

En definitiva, en nuestra mano está el decidir si queremos terminar siendo personajes o, simplemente disfrutar de la vida siendo personas.

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'No se trata de vencer, sino de convencer' 17 Aug 2015 8:41 AM (9 years ago)





Hace falta menos humo y más realidades... Y no sólo en política.

Hacen falta soluciones prácticas, asequibles, realistas... Soluciones que aporten valor añadido y sirvan como alternativa a los problemas y necesidades reales.

Y es que estamos en un momento en el que el humo y el ruido lo están invadiendo todo, impidiéndonos tener una visión clara y saludable del 'a dónde y por dónde vamos'.

E insisto, no hablo de política exclusivamente, porque la realidad nos muestra y demuestra que existe un alto grado de desorientación general en todos los ámbitos. Una carencia de rumbo definido que, por supuesto, también afecta al mundo de la comunicación y el marketing.

Hace bastante tiempo que lo de 'escuchar' se ha convertido en un tópico que aparece de manera inamovible en todos los decálogos sobre estrategias de comunicación. Un tópico no exento de razón, pero cuya aplicación por parte de una gran mayoría de nosotros no suele ir más allá de una simple pose...

Porque en el fondo, escuchamos, pero no oímos.

Y es que, por desgracia, lo único que realmente nos interesa es 'que nos oigan', transmitiendo únicamente aquello que intuimos puede atraer la atención de nuestra audiencia. Compartimos mensajes y contenidos (propios y ajenos) bien intencionados, tratando de componer una 'partitura a medida', que simplemente busca captar la atención y halagar el oído. Nos empeñamos en cuantificar las respuestas, convirtiéndolas en el argumento diferencial frente a nuestra competencia. Sumamos dígitos a nuestros resultados, transformándolos en justificación de nuestro trabajo y también de nuestro supuesto éxito estratégico...

Y así, casi sin darnos cuenta, terminamos haciendo oídos sordos a una realidad que grita de aburrimiento. Una realidad que reclama 'aire fresco e ideas'... que reivindica 'autenticidad' y, sobre todo, 'respuestas a medida' -pero de las de verdad-.

Últimamente, son bastantes los posts que hablan de la 'crisis de valor' en las redes sociales. Del exceso de ruido, de la falta de conversación, del asfixiante humo que invade y satura los muros... Y no les falta razón.

Pero más allá de esa percepción, lo que realmente subyace no es una crisis de valor en los medios sociales, sino una crisis de identidad de sus usuarios -tanto marcas, como personas-.

Una circunstancia que ha conducido al asentamiento de la 'relevancia' como objetivo a conseguir, y bajo la que se esconde una gran parte de la banalidad argumental que domina el escenario de comunicación.

Ser 'algo o alguien' se ha convertido en la gasolina que mueve las estrategias. Y como consecuencia, los canales se han transformado en una inmensa y transitada autopista de egos y vanidades de sentido unidireccional. Una autopista que ha llegado a saturarse de tal forma, que está impidiendo la circulación fluida de la información, dificultando enormemente la posibilidad de alcanzar los objetivos.

Por ello, es imperativo que tratemos de recuperar el enfoque estratégico, asentando el valor de la comunicación en la calidad y no tanto en la cantidad. Que recuperemos nuestra misión y visión original y nos centremos en 'escuchar lo que realmente demanda nuestro público', ofreciéndole respuestas que, sin caer en el overpromise, den satisfacción a sus verdaderas necesidades y se conviertan en el mejor argumento para lograr su fidelidad.

Creo que es un buen momento para abandonar los cantos de sirena de la viralidad, para retomar el mando de nuestra comunicación y abrir nuevos caminos y formas sobre los que proyectar nuestro auténtico valor e identidad, hasta convertirnos en una respuesta asequible, confiable, interesante y productiva para el público.

Porque en definitiva, una marca perdurable no es la que trata de vencer a su competencia, sino la que convence a su público... Que no es lo mismo.



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