Los yanquis tienen un nombre para una especie de sub-género de las series con episodios auto-conclusivos al que se refieren como "procedural". Este término indica que la serie muestra los procedimientos y procesos (naja) de, inicialmente, instituciones como la policía o un bufete de abogados en su día a día. Hoy, este término también engloba a series como House, donde se nos muestra cómo trabajan los médicos, o Chicago Fire con los bomberos.
Sleepy Hollow inaugura una nueva variante que, no sin cierto orgullo absurdo, he decidido llamar "supernatural procedural". El nombre le va como anillo al dedo ya que esta nueva serie de la Fox está indudablemente inspirada en el gran éxito de Supernatural, que ya va por su 9ª o 10ª temporada. En los "supernatural procedural", los protagonistas se enfrentan cada semana a un nuevo misterio fantástico y sobrenatural que tendrán que desentrañar usando, más o menos, los mismos trucos y herramientas. En Sleepy Hollow, uno de los protagonistas es Ichabod Crane, un tipo que lucho en la guerra de Independencia y que ha "resucitado" en el mundo moderno para defenderlo del Jinete Sin Cabeza y del resto de malignidades que seguirán tras el primer episodio. Su compañera y protagonista es Abbie, una agente de policía con un pasado misterioso. El marketing de la serie nos cuenta que es una reimaginación de clásico Sleepy Hollow aunque en realidad, utiliza el famoso cuento como premisa para desarrollar una historia del tipo "hay que detener el apocalipsis".
Habrá que ver cómo evoluciona, pero no creo que esta nueva "aventura" de la Fox nos depare ninguna sorpresa. Hay que ver cómo arriesga esta gente...
El verano se acaba y con él, varias series de televisión que nos han acompañado durante años. Es triste ver partir a estos camaradas pero ser testigo de su inevitable degradación es mucho peor. Así, con el ánimo ligero, nos despedimos de tres series míticas: Dexter, Breaking Bad y Futurama.
Dexter se encuentra en los últimos compases de su octava temporada y aunque el nivel ha fluctuado mucho (la temporada de tema religioso fue un poco decepcionante), la historia del vigilante psicópata nos ha brindado grandes momentos. A pesar de la abrumadora cantidad de capítulos que hay por delante si se decide empezar desde cero, Dexter sigue siendo una buena recomendación para aquellos que se aburren con las series más sesudas. Acabará pronto, probablemente tendrá un final controvertido, pues es lo que suele suceder, y luego, será enterrada en el mausoleo de las buenas series que murieron de viejas, en su cama, con las sábanas de Holanda.
Otra serie, de mayor calado su cabe, al que le llega su momento es Breaking Bad. El final de esta serie mítica se ha convertido en noticia y cada lunes miles de voces comentan por la red el último capítulo en emitirse. Breaking Bad tiene 5 temporadas de oro puro, ineludibles para cualquier amantes de la ficción serializada y que pronto reposarán en el Olimpo de las historias.
La historia más triste de esta elegía es la de Futurama pues ayer mismo nos abandonó cuando todavía era joven, con energía de sobra para aguantar unos cuantos años más. Aunque hay quien critica sus últimas temporadas como las más flojas, el estratosférico nivel de las primeras temporadas no facilita el trabajo de los guionistas. En fin, nos despedimos de Futurama con la descarada esperanza de verla resucitar por tercera o cuarta vez, cual Lázaro reincidente.
Que empiece el funeral vikingo...
Charlie Brooker apareció ante los focos con Dead Set, una miniserie zombi ambientada en la casa de Gran Hermano versión UK que sorprendió a propios y extraños por la gran calidad que rezumaban sus heridas a pesar de una premisa poco llamativa. Su segunda aparición es la aclamada Black Mirror.
Black Mirror es una antología de tres episodios por temporada (de momento hay dos y yo sólo he visto la primera) de difícil definición. Cada episodio tiene una ambientación y personajes distintos pero todos comparten un tema común: la relación entre la tecnología y nuestro modo de vida actual.
Los tres episodios que he visto hasta la fecha han resultado muy gratos: bien escritos, interpretados y producidos. Obviamente, no tienen los medios de las grandes producciones yanquis, pero estos pérfidos ingleses saben gestionar y adaptar un presupuesto reducido para crear una excelente narración sobre las trampas de los caminos que seguimos como sociedad.
Yo no lo dudaría. Si aún no tenéis un ojo puesto en la televisión británica ya estáis tardando. En breve, el comentario de otra sorprendente serie made in UK. Be seeing you!!
Como toda buen obra de arte, Zero Dark Thirty ha creado muchísima polémica y controversia. Unos acusan a Bigelow, directora y productora, de hacer propagando a favor de Obama; otros dicen que su película ensalza y promociona el uso de la tortura y que es una crítica velada al último presidente yanqui. A estas alturas, supongo que todo el mundo sabe que Zero Dark Thirty cuenta la historia de la persecución a Bin Laden por parte de la CIA.
A pesar de sus casi 3 horas de duración y de saber cómo va a acabar, esta película te mantiene enganchado a la pantalla y eso, por si sólo, ya es un gran éxito. Zero Dark Thirty se cuece a fuego lento, presentando primero a la protagonista, símbolo de los obsesionados con la caza al enemigo público número uno. Luego aprendemos sobre los métodos oscuros y terribles que usan para obtener información. Vemos cómo la tortura deja huella en los que la aplican y los resultados que obtienen, dejando a juicio del espectador el valor y coste que implican. Finalmente, cerca del final, vislumbramos el girar de los engranajes de la CIA, un girar lento, cobarde, egoísta y tan humano como el resto de mecanismos burocráticos de los gobiernos de todo el mundo. Bigelow usa una lija de grano gordo para deshacerse de esa capa de glamour que el cine hollywoodiense esparce prolíficamente por encima de espías y agencias gubernamentales para quedarse con lo que importa: el factor humano.
Zero Dark Thirty es una película ancha, en la que caben muchas cosas y por ello no puedo dejar de recomendarla. Bigelow apunta alto y sólo eso ya es digno de admiración.
Casi un año atrás, tuve un increíble golpe de suerte y, por fin, se me concedió la oportunidad que tanto tiempo había estado esperando. Una amiga que está dando sus primeros pero firmes pasos en el mundo de la producción de largometrajes para cine decidió contar conmigo para realizar una serie de cambios en un tratamiento en el que estaba trabajando. El trabajo que hice para su proyecto le gustó lo suficiente como para seguir contando conmigo para más reescrituras y para recomendarme a un productor potente de Madrid.
Por si acaso, no voy a dar nombres ni nada, pero este productor está más que establecido en la industria española del cine así que ya imaginaréis mi alegría cuando recibí su llamada. El encargo era otra reescritura, esta vez, de un guión de largometraje. Tras algunos meses de trabajo y de aprender un montón de cosas gracias a la colaboración con un productor y un director profesionales y con experiencia, acabé la última versión del guión. Productor y director acabaron contentos con mi trabajo pero por desgracia, el guión ha acabado en un cajón tras un primera e infructuosa búsqueda de capital.
Ahora, sigo trabajando en el proyecto que me abrió las puertas y procuro aprovechar los contactos que he hecho por el camino. Al principio, pensaba que todo iba a ir rodado después de haber trabajado para un productor de tanto calibre pero las apariencias engañan y todos estos procesos son lentos. De momento, sigo escribiendo, sigo buscando oportunidades y maneras de ganarme el pan. Todavía tengo esperanzas y las ideas no se acaban.
Jonathan Hickman es una de las nuevas estrellas en el panorama comiquero yanqui y uno de los guionistas fuertes de Marvel. El Informativo Nocturno, escrita en 2006, es una de sus primeras obras y básicamente se trata de una crítica feroz e hiriente a periodistas y medios de información.
La historia gira alrededor de un grupo en el que se reúnen todos aquellos que han sido seriamente dañados por la falta de escrúpulos o código ético de periodistas y medios. Liderados por la misteriosa Voz y con la Mano como cabeza visible, este grupo empieza una ola de atentados contra periodistas, reporteros y todo aquel relacionado con los medios de comunicación de masas.
Personalmente, casi siempre disfruto de las obras que hacen una crítica inteligente y documentada de aquellos sectores de la sociedad que están obviamente podridos hasta la médula ósea. El Informativo Nocturno pertenece a este grupo pero hay una pizca de exageración y un punto de comedia gamberra que quitan seriedad a una propuesta que plantea verdades como puños. Para aquellos que gusten de comentarios más elaborados, recomiendo visitar la crítica que han hecho en
Frikis Reconocidos SA.
Vértigo es un sello que parece condenado, sobretodo desde la salida de Karen Berguer, y eso me entristece. Otra cosa que también hunde mi humor es leer un cómic con una premisa más que interesante pero que falla en su ejecución, en los pequeños mecanismos que deben hacer avanzar la historia. Enterarse de que dicho cómic no tiene posibilidad de reencauzarse ni salvarse pues ya tiene fecha de cancelación es como bailar al borde de la depresión.
Saucer Country es un cómic escrito por Paul Cornell y dibujado por Ryan Kelly que trata sobre una gobernadora de Nuevo México candidata a la presidencia de los USA que aparentemente ha sido abducida por extraterrestres. La idea de poner a un personaje con cierto poder y recursos en el centro de una trama de abducciones me parece muy interesante pero la guinda es el tratamiento de la mitología propia de los OVNIs. Cornell une todas las heterogéneas y disparatadas historias sobre platillos volantes, extraterrestres y sondas anales en un conjunto muy interesante dónde se explora la cualidad de lo real, los miedos y prejuicios, la paranoia y el misterio.
Lamentablemente, el diseño de personajes, los diálogos y la presentación de las sub-tramas no están a la altura de el high concept presentado por Cornell. Ryan Kelly hace un buen trabajo sin más con sus dibujos pero es el guión y su construcción donde falla Saucer Country.
En mi humilde opinión, la posibilidad de explorar esa nueva mitología contemporánea basada alrededor de OVNI's y extraterrestre, bajo constante influencia de los medios de comunicación y de las ficciones relacionadas, ya vale el precio de entrada pero la cancelación asegurada y el bajo nivel del guión complican las cosas.
Como casi todo ser humano, soy un ente contradictorio: me gusta la fantasía y la ciencia ficción, lo dulce y lo salado, las rubias y las morenas... En el cine, a veces me gusta que el tema o mensaje de la película sea sutil y difícil de señalar, y a veces prefiero que sea tan directo como un puñetazo en la cara. Killing Them Softly quizá no es tan directa como un puñetazo pero sin duda es un buen tortazo.
Protagonizada por Pitt, Gandolfini y Liotta entre otros; dirigida y adaptada por Andrew Dominik, Killing Them Softly cuenta la historia de una grave crisis entre los mafiosos de Boston. Años atrás, uno de los mafiosos robó a los demás y aunque el asunto acabó diluyéndose, todo el mundo sabe quién fue el culpable. Aprovechándose de eso, unos criminales de poca monta deciden volver a robar a los mafiosos, sabiendo que la culpa recaerá en el mafioso. Ahí entra en escena el personaje de Pitt, un tipo que se ocupa de arreglar problemas contratando sicarios o haciendo el trabajo sucio él mismo.
Esta historia relativamente sencilla, cobra vida gracias a unos diálogos muy logrados y de gran verosimilitud, un diseño de personajes espectacular y una dirección atenta, capaz de usar montajes paralelos, cámaras lentas y otros recursos en su justa medida. Por supuesto, los actorazos que se pasean por Boston también tienen gran parte de culpa.
La historia está ambientada en el 2008, durante la campaña electoral en la que Obama desbancó a Bush en la presidencia de los USA en plena crisis económica. Ya sea a través de la radio o la televisión, oímos constantemente los discursos de ambos políticos aunque ningún personaje se haga eco de ellos o los comente hasta la última escena de la película. Gracias a esos injertos sacados de los discursos reales, se hace obvio que la historia de mafiosos de Killing Them Softly es un paralelismo con la terrible crisis económica que nos atenaza, una crisis creada por ladrones a los que sólo les importa el dinero. Parte de la gracia reside en que no es una historia espejo en la que cada personaje toma el lugar de una persona real pero el fondo, las motivaciones, los mecanismo que usan los personajes y su manera de hablar es muy similar.
Killing Them Softly es una película muy interesante y muy bien ejecutada por méritos propios. Si luego añades ese punto de convergencia con la situación actual de este nuestro planeta, se convierte en una obra que yo calificaría de excelente.
Utopia es definitivamente la grata sorpresa de este inicio de año. Se trata de una serie británica sobre 5 individuos que se ven atrapados en una conspiración a gran escala que gira alrededor de un manuscrito secreto. Este brevísimo resumen no sirve, ni remotamente, para hacerse una idea de qué tipo de serie os estoy hablando. Utopia es una serie sobre el surrealismo, sobre el absurdo, sobre el control y sobre nuestra sociedad. Una buena manera de definirla sería mezclar el estilo ambiguo y extraño de Twin Peaks con la trama de Rubicon. De hecho, el motor de la serie no es descubrir el gran misterio o al villano tras las cortinas; aunque por supuesto nos tientan con esa información, lo que a mi me ha atrapado es ver cómo evoluciona esta trama y personajes tan poco convencionales.
Si la originalidad y frescura de la trama, personajes y sus diálogos no fuera suficiente. Utopia logra una apreciada pero poco habitual identidad propia basada en una fotografía de colores muy saturados, una banda sonora atmosférica y una dirección consciente y pausada. Utopia es una serie arriesgada que decide saltarse descaradamente las habituales reglas del juego para recrear emociones e ideas que muy pocos productos audiovisuales, y menos aún que aparezcan en televisión, consiguen reproducir.
Básicamente, sin más rodeos y usando esa arrogante palabra con limitada y menguante credibilidad, Utopia es arte. Más que recomendada.
Recientemente se ha estrenado la primera parte de la adaptación de El Hobbit por Peter Jackson acompañada de cierta conmoción mediática causada por el anuncio de dos películas más. No han sido pocos los que han expresado su opinión sobre la idea de realizar tres películas para adaptar una novela bastante cortita. Así, no es extraño que tras el estreno de la primera de las tres películas, la mayoría de comentarios vayan por el camino de "Está bien pero es demasiado larga".
Yo soy un devoto del género fantástico en general y de Tolkien en particular así que si me ponen tres horas de enanos y hobbits bailando polca, voy a disfrutar. A mi parecer, Jackson ha decidido poner toda la carne en el asador para esta trilogía y ha añadido numerosas escenas a la sencilla trama del libro original para enlazar esta trilogía con la de El Señor de los Anillos y para completar su ambiciosa saga sobre la Tierra Media.
Hasta ahí todo genial. Mis problemas son, en realidad, los de siempre: el excesivo hollywoodismo que plaga la película y sobretodo, las escenas de acción. Ese ansía por ser lo más espectacular posible que acaba por sacarte de la película. Mi intolerancia al hollywodismo es un estigma personal pero aún así he aprendido a disfrutar de estas películas y, personalmente, me encantó el principio de la película con todos los enanos en Bolsón Cerrado así como la secuencia de Gollum, personaje estrella de la saga sin ninguna duda.
Aquí acaba este corto experimente, de la manera más sencilla y previsible. El episodio 3, La venganza de los Siths es tan mala como las anteriores dos. Es una película donde se potencia la espectacularidad de los efectos visuales y de los combates en detrimento de la coherencia y tridimensionalidad de los personajes y tramas. De nuevo, el análisis de Red Letter Media es divertido y afinado aunque el peculiar comentarista ya haya dicho casi todo lo posible en los anteriores análisis. Luego, como saliendo de un túnel oscuro y mediocre, disfruté de las dos primeras películas de la saga original: lo que ahora se conoce como A New Hope y The Empire Strikes Back. Las diferencias entre ambas formas de entender el cine es demencial y a pesar de los años transcurridos entre una trilogía y otra, las películas originales siguen siendo mucho más disfrutables.
Que conste que no lo digo por ese afán de realzar lo antiguo pues, en general, tengo que hacer un esfuerzo para ver los clásicos añejos. No soy uno de esos espectadores elitistas ni mantengo que todo tiempo pasado fue mejor (pero casi). Aún así, la consistencia, la solidez y la fluidez de las películas originales supera por mucho a lo encontrado en la nueva, hiperdigitalizada, ultradefinida y megaespectacular nueva trilogía.
Hollywood ha olvidado aquello de "menos es más" y, corrupto hasta las entrañas, lo ha transformado en un "mucho es mejor". La dosificación es un aspecto fundamental de la creación de ficción y cuando todo es grande y espectacular, el espectador pierde las referencias, se satura y todo se percibe como un conjunto amalgamado e inconsistente incapaz de grabarse en la memoria. Éstas son importantes lecciones que aprender como aprendiz de guionista.
Tras ver unos cuantos episodios de la serie de animación Star Wars: The Clone Wars, me mordió el gusanillo y decidí revisitar la saga desde su nuevo, reciente y digital principio. Recuerdo que al ver la nueva trilogía, pensé que no era demasiado buena y sé que hay muuuucha gente que está de acuerdo conmigo, pero no conocía las profundidades del estropicio perpetrado por George Lucas hasta que descubrí las geniales críticas de Red Letter Media.
De momento he visto The Phantom Menace y The Attack of the Clones, las dos primeras, así como sus respectivas críticas aquí y aquí respectivamente, aunque ya os aviso que las reviews completas duran una hora y pico que vale la pena gastar. Estos análisis se basan principalmente en los guiones e historias más que en otros aspectos técnicos pero el comentarista muestra muestra un amplio conocimiento en creación de personajes y desarrollo de tramas, además de explicar todos sus argumentos con amplios detalles. Más allá de la calidad del análisis, las review de Red Letter Media son muy divertidas. Gracias a la magia de la interpretación, el comentarista se convierte en una especie de ultra-nerd agresivo y psicótico que mezcla sus problemas conductuales con la ira que siente hacia Geroge Lucas por mancillar la saga Star Wars y, aunque a veces el humor es un poco salvaje y políticamente incorrecto, resulta muy divertido.
Así, si quieres reírte un rato mientras aprendes las chapuceras simas que son los agujeros del guión de las dos primeras (nuevas) pelis de la saga Star Wars os recomiendo el experimento que yo he realizado. Ved las películas y luego ved las reviews, imagino que para cuando llegue a la trilogía original me parecerán las mejores películas nunca filmadas. Ya os contaré.
Marty McDonagh, responsable de la interesante In Bruges, es el escritor, co-productor y director de Seven Psychopaths, una película sobre la amistad y la creatividad en Hollywood. Colin Farrel es el protagonista-conductor de una historia en la que su personaje, un guionista atascado en un guión meramente abocetado, sirve como centro de gravedad alrededor del cual giran el resto de pintorescos personajes. Los tres que reciben más atención están encarnados por Woody Harrelson, Sam Rockwell y Cristopher Walken, sin duda las estrellas de la función.
Seven Psychopaths se construye a partir de un guión claro y muy bien estructurado que maneja los largos diálogos tan bien como las escenas más visuales para hacer una ácida y divertida sátira de los arquetipos del thriller mientras ilustra los deseos y motivaciones de personajes extravagantes aunque familiares. El guión incluye también una pizca de metaficción que mezcla las tribulaciones del guionista de Adaptation con la pasión por las historias de Pulp Fiction (mención especial a la historia de fría y lenta venganza).
Parece mentira que sea tan fácil hacer una película que, sin ser una obra maestra del cine, resulte interesante, original y digna de recordarse. Sólo se necesita una dirección mediana, sin exagerados aspavientos; un guión alejado de las ideas corporatizadas y las tramas creadas por comité; y unos cuantos actores de talento. Aún así, por fácil que parezca, hay muchos que siguen sin darse por aludidos.
Spec Ops: The Line es un juego curioso que se acerca lo justo al machacado género que es el shooter militar para marcarse una variación interesante e inteligente. En vez de usar la clásica vista en primera persona, SOTL hace uso de la tercera persona y del sistema de cobertura de juegos tipo Gears of War. El juego también incluye dos acompañantes que luchan a tu lado con una AI bastante decente pero cuya contribución más importante sucede en la trama y tono del juego. La última característica que hay que conocer para hacerse una idea precisa de la jugabilidad de SOTL es el uso de la arena. El juego está ambientado en una Dubai devastada por la guerra y por una terrible tormenta de arena que casi ha sepultado ese oasis de cristal y acero en medio del desierto. Así, la arena acumulada en techos de cristal o tras grandes ventanales puede ser usada para sepultar enemigos o para distraerlos.
Básicamente, esos son los pilares de jugabilidad de SOTL y con ellos consiguen que disparar a enemigos a través de los múltiples niveles del juego sea divertido. ¿Qué más se puede pedir? Pues se pueden pedir muchas cosas y los chicos de Yager Development lo saben. En los últimos años, los shooters militares han apostado por tramas hollywoodienses repletas de set-pieces y escenas preparadas tan espectaculares como sea posible. En cambio, SOTL ha apostado por un setting exótico e interesante, un Dubai arrasado, y han añadido una trama emotiva y personal sobre las barbaridades de la guerra.
No voy a decir que Spec Ops ha conseguido reinventar el género ni que se trata de una obra maestra pero es claramente superior a los últimos Call of Warfighting sin ninguna duda y, a pesar de no ser muy fan de los shooters con sistema de cobertura, puedo decir que he disfrutado y lo recomiendo a todos los amantes de FPS, TPS y otros juegos belicistas.
Leyendo un muy interesante
post-mortem de XCOM: Enemy Unknown en RPS, he pensado en escribir mi propio comentario sobre este remake del que es uno de mis juegos favoritos: UFO: Enemy Unknown. En 1994, Julian Gollop et al. desarrollaron un juego de estrategia en el que controlabas a una organización secreta que debía enfrentarse a una invasión extraterrestre. Las grandezas de este juego pixelado son demasiadas como para nombrarlas pero os aseguro que, a pesar de tener ya 15 años más o menos, la primera vez que lo jugué, quedé anonadado, enganchado y extasiado a partes iguales. El nivel de complejidad, la cantidad de opciones distintas y la variedad de escenarios y situaciones es casi abrumadora. En fin, el juego original es una obra maestra y aún hay mucho que decir.
Este año pasado, los chicos de Firaxis han sacado a la venta un remake que, aunque no tiene las mismas posibilidades ni de lejos, ha recuperado un poco de la magia de aquella joya digital de 1994 y ha devuelto a la franquicia XCOM al lugar de honor que se merece.
En el post-mortem y en los comentarios que lo siguen ya se mencionan una amplia cantidad de cambios y mejoras que se podrían realizar en una potencial secuela para acercarse aún más a la magnificencia de UFO. Ahora sólo cabe esperar que otros desarrolladores se percaten del éxito y las posibilidades de este género híbrido de táctica y estrategia. ¡Vamos! ¿A qué esperáis?