Siempre es complicado adaptar un obra literaria al cómic y en algunos casos puede incluso sonar a cierta perversión. En otras en cambio puede ser todo lo contrario y puede servir para aportar una segunda lectura totalmente renovada de la obra original. Parte de esa responsabilidad recae en el autor encargado de la misma. En este caso los dos libros adaptados no eran un reto fácil; Por un lado el relato asfixiante y apocalíptico de Cormac McCarthy en La Carretera y por otro la experiencia nocturna por los barrios y calles Barcelona del Taxista que protagoniza la novela de Carlos Zanón.
Manu Larcenet encargado de adaptar el primero, realiza un trabajo gráfico excepcional que certifica que es el autor de los mil registros, inclasificable y de un talento descomunal.
Pep Brocal, encargado de adaptar el libro Taxi de Zanón, ya había demostrado, con su versión del Llibre de les Bèsties (premio Serra d’Or 2024) , su oficio para estos menesteres. Algo que ratifica aquí poniendo su genial uso del color y el dibujo al servicio de un noir con tintes costumbristas.
En el caso de Céleste y Proust, ya no hablamos de una adaptación, pero si de un cómic con coartada literaria: la de conocer los entresijos que sirvieron para la gestación de una de las grandes obras de la literatura del siglo pasado(En busca del tiempo perdido) a través de los ojos de la gobernanta/asistente en aquella época de Marcel Proust: Céleste Albaret.
Chloé Cruchaudet inspirada en el libro de memorias de la propia Céleste (Monsieur Proust), realiza mediante un dibujo a base de acuarelas una gran evocación de la realidad y el contexto del autor francés.
La rubrica de la entrada suena ambicioso y ampuloso sí, pero a estas alturas no nos vamos a ir con rodeos. Olivier Schrauwen es el autor que más ha despuntado durante los últimos 15 años en el panorama del cómic europeo y Emil Ferris fue sin duda la gran sorpresa internacional que con su primera obra, publicada en 2018, fue capaz de sacudir a la crítica especializada e ilusionar a los lectores con su asombrosa propuesta. Ambos acaban de publicar dos nuevos tebeos. Schrauwen con lo que sería la aproximación formal más cercana y brillante al envite narrativo que hizo James Joyce en Ulises (o la azarosa aventura de Peter Handke en Ensayo sobre el día logrado). En Domingo Flamenco nos relata la tediosa jornada dominical de su primo, Thibault Schrauwen, en tiempo real y con lujo de detalles.
Emil Ferris publica ahora la segunda entrega de Lo que más me gustan son los Monstruos; el memorable diario ilustrado de su joven protagonista Karen Reyes. Segundo y última entrega de una obra con una fuerte carga psicológica y una deslumbrante puesta en página que atrapa literalmente al lector: las descomunales ilustraciones de Ferris no dan tregua visual.
Por cierto que la editorial Finestres acaba de publicar ambos tomos en Catalán. Tenemos la absoluta certeza que ambos títulos estarán en la cúspide de lo mejor de este 2024 y seguramente también en lo más alto de lo mejor de esta década. Desde nuestro punto de vista, aunque sean dos cómics casi diametralmente opuestos en términos gráficos, los dos en coinciden en algo, son el trabajo de dos auténticos genios del noveno arte.
Autsaider Comics cumple 11 años, eso significa que ya lleva más de una década en activo. Por asuntos varios la revista que debía servir para celebrar esos 10 años al final se ha publicado un año después. Sea como sea, en ese lapso de tiempo la editorial ha sido capaz de (atención!): Publicar obras que pueden considerarse ya como esenciales en la historia del cómic nacional: como Ronson de César Sebastián o Primavera para Madrid de Magius. Recuperar al inmenso Cowboy Henk de Herr Seele y Kamagurka o a figuras totémicas del cómic norteamericano como Kaz. Editar artefactos mongólicos de la envergadura de Tokyo Zombie o descubrirnos el talento de Don Rogelio J., Irene Márquez o Victor Puchalski. Así repasando de forma rápida y de memoria, porque sé que me dejo muchas más cosas en el tintero.
En once años se han convertido en un referente de eso que se llama la edición independiente, que suena a etiqueta cool pero que implica un gigantesco esfuerzo, sobre todo cuando tienes que lidiar con auténticos monstruos editoriales. Esta antología es perfecta para repasar la trayectoria de la editorial: están todos los que son, además en un formato que nos remite a publicaciones referenciales como el DRAW de Spiegelman. Una joya asequible para todos los bolsillos que hace honor al significado etimológico de lo que es una antología.
El historiador francés Vincent Lemire pone toda su erudición sobre la Ciudad Santa (más de 25 años dedicados a su estudio) al servicio del dibujo de Christophe Gaultier en un ensayo gráfico que atesora un excelente rigor histórico. Ambos autores son capaces de sintetizar 4.000 años de historia del que es uno de los lugares más decisivos dentro del devenir de la humanidad. Pese a barajar un montón de información, el formato escogido por ambos autores funciona a la perfección, como en otros ejemplos recientes (Un mundo sin fin de Blain y Jancovici).
El cómic vuelve a descubrirse aquí como un extraordinario medio divulgativo. Una obra que como todo buen ensayo histórico sirve para recavar en los cimientos del pasado pero también para entender nuestro presente más cercano, a la actualidad me remito.
Apuesta segura, estos no fallan..por motivos distintos cada uno de estos volúmenes tocará la fibra a más de uno.
Por un lado un grandes éxitos de Rue del 13, Percebe del malogrado Francisco Ibañez. Con un prólogo sensacional a cargo de Javier Pérez Andújar y que cuenta además con textos de Jordi Canyissà quién además es el responsable de la selección. Imprescindible.
Por otro la edición coleccionista de un personaje mitológico para toda una generación, Mazinger Z. Norma rescata en formato integral y con tapa dura las historias originales de Go Nagai que inspiraron la archifamosa serie de dibujos ochentera. Una genial ocasión para rescatar al personaje y apercibirse de esa perturbadora crudeza y salvajismo que predominaba en esta obra precursora de los mangas de robots.
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En 1986 el productor británico John Coates decidió adaptar la novela gráfica de Raymond Briggs Cuando el viento sopla (1982) junto al director Jimmy T. Murakami, con el que ya había colaborado previamente en la adaptación de otra obra de Briggs, The Snowman (1982). En el cortometraje de 26 minutos, David Bowie era el encargado de la introducción.
Coates volvió a contar Bowie para la adaptación cinematográfica de When the wind blows pero en esta ocasión para interpretar el tema principal de película.
Rescatamos el videoclip que realizaron para promocionar el film. En la banda sonora participaron también bandas como Squeeze con la canción What have they done, Génesis o Roger Waters que se encargó de la partitura. Recuperamos también una entrevista de la BBC con Rogers Waters hablando sobre el proceso de creación de la banda sonora, donde confiesa su admiración por Raymond Briggs.
La editorial Blackie Books ha anunciado la publicación el próximo 14 de febrero de una reedición especial de Cuando el viento sopla para conmemorar los más de 40 años de su publicación original. La primera edición en castellano fue en 1983 a cargo de Debate y es prácticamente imposible hacerse con ella.
Video clip de When the wind blows – David Bowie – 1986
La introducción de David Bowie en el cortometraje The Snowman
Book tráiler de la edición especial de Blackie Books de Cuando el viento Sopla
Roger Waters habla en la BBC sobre el proceso de creación de la banda sonora de When the wind blows
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Trabajar en un almacén es una mierda. Se suda muchísimo, te arde la rabadilla de agacharte con paquetes. Cada caja en un carrito y luego cuando se va el carrito otra vez cada caja en un carrito hasta que el tiempo se deshace y ya no sabrías salir de esa banda de Möbius a la que te viste abocado por cuatro perras, y sólo querrías preguntarle a Alexa cuando te aplastará por fin la estantería.
La animación de Charles (Pico) Rickleton le va perfecta a The Cool Greenhouse cantando sobre estar alienado y pedirle a Alexa que escriba una canción de amor que acabe así:
‘Envia un correo electrónico con los datos de mi tarjeta de crédito a todos mis contactos
y escribe una frase final indiscutiblemente inteligente’
Antes habían escrito en “I lost my head” que no es divertido no poder leer cómics por culpa de haber perdido la cabeza, , algo que subscribimos 100%. No lo es.
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El panorama actual del tebeo parece estar sumido en una reiterativa autocontemplación formalista: llegan muchas propuestas cuya premisa principal se basa en dar una vuelta de tuerca a las posibilidades del medio. Un cierto ombliguismo y ensimismamiento que quizá sirva para seducir a los conaisseurs del medio olvidándose un poco de atender al lector medio. Para la inminente celebración del Día del Libro hemos seleccionado de entre las muchas y muy potentes novedades aquellas que nos han parecido que todavía son capaces de deslumbrar al lector por ser capaces de contarnos una buena historia.
La Sangre de la Virgen – Sammy Harkham – Fulgencio Pimentel
Sammy Harkham es sobre todo conocido por su faceta de editor, al frente de una de las antologías más importantes del cómic independiente norteamericano: Kramers Ergot. En La Sangre de la Virgen, su más extenso trabajo hasta la fecha, Harkham relata las miserias de Seymour, un tipo que trabaja como montador de películas de cine de explotación hasta que recibe el reto de dirigir su propio proyecto La Sangre de la Virgen.
Enmarcado en la ciudad de Los Angeles de principios de la década de los setenta (casi contemporáreo al contexto del Once upon a time in Hollywood de Tarantino), este ambicioso trabajo, en el que Harkham baraja diversos estilos, es un excelente retrato del obsesivo y enfermizo reto personal de un tipo que intenta abrirse camino en la industria mientras intenta que no se desmorone su vida personal y su recién estrenada condición de padre de familia.
Como en las mejores películas de Richard Linklater, la dilatada experiencia creativa que supuso para Harkham esta obra (le llevó más de catorce años), queda magistralmente plasmada en el resultado final: un libro que es capaz de entrelazar las peculiaridades de la industria del grindhouse, el siempre difícil equilibrio entre la ambición creativa las relaciones de pareja y los pormenores familiares.
Sunny (versión integral) – Taiyô Matsumoto – ECC Ediciones
Auténtica golosina, apta para los que quieran darse todo un capricho (la fecha invita). 1282 páginas donde se recogen los seis volúmenes de la serie original del Maestro Taiyô Matsumoto.
Sin duda una de las series fundamentales del seinen pero también del cómic en general. Matsumoto pone aquí de manifiesto toda su pericia como dibujante y guionista. El elenco de los personajes (magistralmente perfilados) así cómo su peculiar trazo, arraigado en los cánones formales del manga pero totalmente innovador en su ejecución, convierten a esta obra autobiográfica (la infancia del autor transcurrió en una casa de acogida) en uno de los trabajos más personales del autor de Tekkonkinkreet o Ping Pong. La evocación en clave poética del desorden vital imperante en la vida de los protagonistas le valieron a Matsumoto el Cartoonist Studio Prize o el Japan Media Arts Festival. Indispensable.
Querido Callo – Aline Kominsky-Crumb – Reservoir Books
Nos llega tarde, como suele pasar con todos los cómics de autoras vinculados al underground o al alternativo. Querido Callo sirve al menos como un reconocimiento póstumo en España a la que fue una de las pioneras del cómic autobiográfico. Aline Kominsky-Crumb (1948 Long Beach, Nueva York, E.E.U.U) empezó a hacer sus páginas muy influenciada por los cómics de Binky Brown. Con eso y con cierta imagineria de los cómics románticos, empieza a desnudarse ante el lector a través de su protagonista “el Callo”. Busca así atribuirse rasgos de “personaje”, como hizo también su marido Robert Crumb, vistiendose de iconicidad mientras cuenta cada una de sus vicisitudes.
En esta antología de cómics vemos una ida y vuelta de las diferentes edades de la autora, hablando en presente desde la adolescencia, volviendo a la infancia (y contando la historia familiar), avanzando en el presente según crece y vuelta a los años de juventud ya como memorias. Es fácil ver, tras leer Querido Callo, la poderosa influencia directa o indirecta en autoras actuales como Gabrielle Bell o Roberta Vázquez. Donde quiera que estés, Aline, gracias
La alegre vida del triste perro Cornelius – Marc Torices – Apa Apa Comics
Ya conocido su estilo proteico por la biografía que hizo de Cortázar junto a Jesús Marchamalo, en La alegre vida del triste perro Cornelius (cómic del que ya se publicaron páginas en autoediciones varias) Torices adopta estilos que derivan hacia el minimalismo desde la tira de prensa o la página dominical de hace un siglo a la novela gráfica más reciente (de la que se identifican referencias muy concretas) como jugando entre esos extremos y mostrando así cierta conexión invisible.
Impecable en todos sus aspectos, asombroso en su gusto por el detalle de recreación del objeto (manchas, tipo de impresión, color, efectos de envejecido) con una edición soberbia a un precio más económico de lo que parece, La alegre vida del triste perro Cornelius es un tebeo que se va a batir el cobre con los mejores del año.
El Gran Vacío – Léa Murawiec – Salamandra Graphic
Quizá el mejor ejemplo entre la mezcla perfecta de un dibujo sorprendente por su planteamiento formal y una buena historia. El Gran Vacío se cocinó durante la estancia en la residencia de la Maison des Auteurs de Angoulême y el resultado es una fábula distópica que mezcla influencias que van del retrofuturimo del mejor Jacques Tati con el Quinto Elemento de Luc Besson y que tiran de la poderosa lírica de obras como la Metamorfosis de Kafka,Nosotros de Zamiatín o el 1984 de Orwell; la que permite mediante el relato metafórico tocar las teclas de la absurdidad contemporánea. En este caso centrada en la tan imperante y desquiciante oda al Ego que promueven las redes sociales y que perpetúan la mayoría de los mortales a diario. Genial, vertiginoso y sorprendente. El début del año.
Patos. Dos años en las arenas petrolíferas – Kate Beaton – Norma Editorial
Patos es un relato autobiográfico, en la que Beaton se pone en el centro, pero en la que se dedica a presentar los hechos, sus vivencias personales sin entrar mucho en su mundo interior. De hecho se centra en su experiencia laboral en las arenas petrolíferas, un ambiente hostil, tanto en el entorno laboral de una minería que explota el terreno sin muchas consideraciones ecológicas o éticas, hasta un entorno laboral tóxico, dominado por el machismo el abuso entre unos y otros y la cultura de la violación. Una de las cosas que más chocan es la resignación y la aceptación de algo que no debería ni ser normal ni ser tolerado, pero que da la sensación de que es lo que pasa y así será mientras de beneficios a la empresa. Y así Beaton va describiendo su vida laboral, y contando como uno se va dando cuenta que las cosas que da por hechas son en realidad injustas.
Un libro premiado y alabado por la crítica que es un testimonio contundente de la lacras del capitalismo. Un diagnóstico de nuestro siglo, del que sabemos ya los males y que debemos afrontar ya las acciones necesarias para poner remedio.
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El pasado 20 de junio nos llegaba la terrible noticia de la muerte prematura de Óscar Gual (Gandía, Valencia, 1973) tras sufrir una larga enfermedad.
Óscar era uno de los colaboradores habituales de esta publicación, contactamos con él hace cinco años justo cuando 13 millones de naves empezaba una suerte de segunda etapa tras un largo letargo. A Óscar lo habíamos leído en Entrecomics, (publicación de cabecera para cualquier amante del cómic, y motivo de sana envidia para quienes montamos esta web). Recuerdo haberle enviado el mail para que se uniera a 13 millones de naves con un punto de escepticismo: seguro que pasa, pensé. Y es que Óscar a parte de colaborar en Entrecomics tenía ya un sólido bagaje como historiador del cómic: Había colaborado con Romà Gubern en la Revista de la facultad de Geografía e Historia de la UNED, donde publicó un excelente ensayo titulado : El cómic como fuente histórica el falso testimonio de Tintín en el Congo Belga que podéis leer aquí En 2013 se publicó su tesis doctoral Viñetas de posguerra. Los cómics como fuente para el estudio de la historia (PUV – Publicacions Universitat València), donde la contraposición de las historietas de Roberto Alcázar y Pedrín y el Guerrero del Antifaz le permitían ‘construir un retrato social y cultural de la España del Primer Franquismo’. Óscar era también un habitual colaborador de la revista especializada y dedicada a la investigación en el campo del cómic CUCO. CUADERNOS DE CÓMIC.
Así que su aceptación a colaborar en 13 millones de naves fue toda una sorpresa y sobre todo un lujo: sabíamos que sus aportaciones sumarían muchísimos enteros a la calidad del contenido de la web, y no estábamos equivocado. Óscar se estrenó con la reseña del primer recopilatorio de Ortega y Pacheco y fue saltando de un género a otro sin ningún tipo de problema: su erudicción en la materia le permitía abordar desde el género superheroíco al manga, pasando por la BD franco belga, sin perder de vista a autores emergentes tanto de aquí como de otras latitudes. Todo con una solvencia extraordinaria, evitando la pedantería fácil o el name dropping gratuito, siempre con una base argumental muy sólida y a través de una prosa accesible, sencilla y alejada de cualquier pomposidad o artificio gramatical inútil. No sobra, ni falta nada en sus textos.
Óscar era un excelente escritor y un gran divulgador: sus textos funcionan como pequeñas guías para entender la obra reseñada y sobre todo para despertar la inquietud y saltar hacia otras lecturas: puertas que abren otras puertas. Perdemos a un gran divulgador del medio: muchos cómics no tendrán ya la oportunidad de ser objeto de su ‘sabia’ lectura, pero sobre todo perdemos a un gran tipo y mejor persona.
¡En paz descanses, amic Óscar!
Todas las reseñas de Óscar Gual en 13 millones de naves
Todas las reseñas de Óscar Gual en Entrecomics
Página en Tebeo Esfera de Óscar Gual con enlaces a sus publicaciones y varios especiales
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Era esperado y al final llegó el momento, el regreso del Cómic Barcelona de nuevo en presencial y con sus pabellones gigantes. Un esperado regreso al contacto con los tebeos en el evento más emblemático del panorama, que este año lo han hecho coincidir con su 40 aniversario y que para abreviar lo llamaremos ‘el salón’.
Hay muchas formas de acercarse al salón. Incluso de no acercarse, ni con un palo. Un evento de este cariz no puede evitar polémicas y muchas discrepancias. No es sencillo gestionar un salón que pretende presentar todas las sensibilidades de los tebeos y acercarlas a cuanta más gente mejor. Pero el quid sería ese, que vaya mucho público y compre tebeos, y se amplíe la base lectora. Cuantos más lectores haya mejor para disminuir la precariedad del sector, que al fin y al cabo es el motivo final de cualquier polémica y problema.
Así que nos acercamos al salón de este año desde la perspectiva de una visita familiar como actividad lúdica. Aquí quizás este el primer handicap, entrar al evento para una familia que quiera pasar un rato por allí, una pareja con dos hijos ya se van a los 40€. A los que hay que añadir los gastos dentro, y teniendo en cuenta que no se puede salir y volver a entrar, o cuentas con presupuesto para comer o se opta por llevar bocadillos. Eso ya implica cierta planificación, y por tanto se está perdiendo parte del público que decide en último momento qué hacer.
Para una entrada de precio considerable vemos que es lo que ofertaba el salón este año. Empecemos por las exposiciones. Este año se notaba las dificultades económicas tras dos años de pandemia y evento digital. Muy modestas las exposiciones. Emotiva y con buenos ejemplos, pero muy sintética por no decir pequeña la dedicada al recientemente desaparecido Gallardo, al que en su honor han nombrado los premios al autor revelación. La del 40 aniversario era curiosa, muy institucional, pero con mucha información que es una lástima que se pierda y no se recopile en formato digital. Toda esa información quedaría fantástica en formato web y es una pena que no se considere esa opción, más después de la experiencia pandémica y la mayor importancia que los contenidos digitales han adquirido. Lo mismo pasa con muchas de las charlas que se producen en el salón. El viernes hemos visto charlas en las que casi (o sin casi) había más ponentes en la mesa que público. Pero con conversaciones interesantes que podrían ser grabadas y conservadas. También hubo dos conciertos, el viernes el de Tronco, con Conxita tras su polémica en el salón del 2017, ilustrado por Álvaro Ortiz y Roberta Vázquez. Entrañable y muy agradable, en un auditorio magnífico en el que apenas había 40 personas.
Otras exposiciones, la dedicada a Aroha Travé, autora revelación y única exposición de ganadores del año anterior, tras la polémica que ha dejado muchos autores en sus casas. Demostraba la potencia de la autora, pero la dificultad de hacer ese tipo de exposiciones atractivas cuando la producción del arte original es totalmente digital. Un tema complicado para el que parece no se ha encontrado todavía una solución atractiva.
Y la exposición dedicada a los juegos de rol y su relación con el cómic, a partir de creadores de cómic que también son jugadores y en algunos casos introducen ese tema en sus tebeos. Curiosa y limitada de nuevo por las cuestiones económicas. Las expos estaban muy lejos de aquellos excesos de antaño. Eso pesa, y habrá que buscar remedio en el futuro. No compensa ir al salón para ver las exposiciones.
Vamos al salón con los peques de casa. Ahora hay una sección dedicada a ellos, allí podemos hacer chapas dibujadas por nosotros, colorear dibujos, leer tebeos en una biblioteca. Y sin son muy peques un castillo hinchable. Se hacen talleres de dibujo y hay charlas de la Joso. Hay que planear un poco los horarios. Y quizás lo de pintar y dibujar, que sin duda es la base de los tebeos, sea una actividad bastante sobada para los peques. Pero ese espacio es necesario.
Los peques donde van a pedir ir, y donde vamos a pasar largos ratos, va a ser en la zona Nintendo, echando partidas a la última novedad de la Switch. Un espacio necesario para atraer al público más generalista y para tener un soporte económico para el salón. Tenía su espacio reservado en un lado del salón, y es uno de los más visitados por el público infantil. Es necesario que estén, pero habrá que buscar temas o modos de enlazarlo más al mundo de los tebeos.
Pero al salón se va principalmente a ver tebeos. Al mercadeo. Los stands este año estaban muy jerarquizados y cada cual buscando espacios temáticos bien delimitados. El merchandising directamente estaba en otro palacio, con lo que no sé si habrán estado muy contentos con la ubicación. En el palacio principal a la entrada se encontraban las editoriales más pequeñas, las de tamaño medio, seguidas de las librerías aún lado y al otro lado el espacio de fanzines y de artistas con venta directa. No es mala posición y la disposición parece lógica, aunque nunca es del gusto de todos.
En la parte posterior estaban las grandes editoriales, las multinacionales, y las grandes librerías, con unos stands cerrados que imitan las de los grandes de Angouleme, un espacio expositor de tienda cerrada y espacios para las firmas en los exteriores o en los entornos de los stands. Un tipo de stands que no acaban de gustarme y que acumulan más gente y a veces ya ni entras.
Lo más importante del salón, y al final lo que parece que todavía atrae a la gente a pagar la entrada es encontrar a los autores. El poder acercarse a ellos y llevarse un tebeo dedicado con algún dibujillo sigue siendo uno de los alicientes más importantes. Autores internacionales invitados por editoriales y el propio salón, que este año se veían a veces en sesiones de firmas a las que no iba mucha gente, otros que tenían largas colas. Quizás se han echado en falta los autores de la polémica del año pasado. Una ausencia notable dentro del sector. Pero también quizás poco notable para el público que va al salón y encuentra otros autores y otros tebeos. Posiblemente se haya notado más la ausencia de Jan, y sobre todo de Ibañez y sus infinitas colas buscando dedicatorias.
En la planta superior del palacio de stands estaba la zona de cosplay y de combates con espadas de espuma. Más actividades para otro sector de afición que también encuentra espacio en el salón. Actividades que se buscan para tener entretenida a la gente y moverla, como la sección de juegos de mesa y rol. Que a priori parece otro añadido un poco forzado, pero que tienen mucho más en común con los tebeos que otras de las actividades propuestas.
En el patio exterior y sin sombra había las mesas y los foodtruck, con colas larguísimas a la hora de comer, ya solo conseguir algo para beber se convertía en otro periplo o otra cola más de las que se hacen en el salón. Así uno va pasando el día, entre cola y cola.
Pero entre una cosa y otra se te pasa el día volando, con unos cuantos tebeos más. Muchos están firmados, y sin exagerar que para comprar cosas que puedes encontrar en tu tienda habitual al mismo o menor precio tampoco hace que te vayas a cargar.
Como en todos estos eventos al final la parte social es lo que más importa. Ir y encontrarse con amigos, con colegas, conocer autores y editores. Ese es el quid. Esa es la parte que hay que potenciar. Y que en un evento más pequeño como el Graf parece más sencillo que en uno tan grande como el salón. Y en espacios hay que reconocer que es grande, las distancias a recorrer empiezan a ser considerables, y entre espacios y entre stands los pasillos son amplios. Uno no tiene sensación de agobio y aglomeración en ningún momento, mejor teniendo en cuenta que seguimos bajo la sombra del covid. Mucho espacio que parece hace que la gente esté más dispersada y no de la sensación que se alcancen los más de cien mil visitantes que tradicionalmente anuncia la organización. No da la sensación de esa cantidad de público, pero la gente de los stands se veía satisfecha con el nivel de ventas que hacían.
Un evento que intenta aunar todas las sensibilidades del sector, que se nota que intenta seguir el cambio iniciado con la nueva dirección antes de la pandemia, para volver a poner a los autores en el centro y buscar que nadie de un sector tan precario no esté representado. Pero que tiene muchos problemas que no se lo van a poner fácil, la pandemia no ha ayudado a ello, ni tampoco los errores que generan polémicas que no ayudan. El Cómic Barcelona ahora mismo es el hermano pequeño del salón del Manga, mucho más pequeño. Y aún siendo más pequeño tiene que contentar a muchas más sensibilidades y protagonistas. Muchas formas de entender los tebeos. Pero sobre todo tiene que ser capaz de volver a atraer a un mayor público generalista y que todos salgan con un tebeo bajo el brazo. Solo ampliando la base lectora se pueden dar pasos para reducir la precariedad estructural del sector.
Y bueno, los premios. La verdad sea dicha, es que a la familia que visita el salón, lo de los premios poco le importan.
La entrada Crónica 40 Cómic Barcelona se publicó primero en 13millones de naves.
Había ganas, muchas ganas. Tras dos años de parón forzado por la pandemia poco a poco van volviendo los actos presenciales y en esto de los tebeos uno de los más esperados es siempre el GRAF, el evento más horizontal del mundillo de los tebeos, donde fanzineros y editoriales comparten mesa codo con codo. Había muchas ganas. Y eso es lo que más se ha notado en la edición de este año. Las ganas por encontrarse de nuevo cara a cara con los autores y los lectores, las ganas de tocar el papel impreso, de poder escuchar charlas en vivo y no a través de una pantalla. De ver exposiciones. Si una cosa ha destacado en esta edición ha sido el ambiente, si ya era siempre vigorizante, tras dos años de aislamiento social la ebullición era más que palpable.
Y es que el GRAF siempre ha sido un festival donde la chicha está en los pasillos, igual que en los tebeos mucho pasa entre viñetas, aquí pasa en esas charlas, en ese pasear y tropezar con gente conocida, o con gente a la que (porfin!) se desvirtualiza y se le pone cara. Ir de un sitio a otro son solo cinco minutos, el tamaño del festival es contenido. Pero cinco minutos de Graf dan para mucho, el tiempo de desplazamiento se marca por el de las conversaciones que se mantienen entre el punto A y el punto B.
El GRAF ha vuelto a lo grande, ha vuelto con las ganas de siempre y teniendo como bandera ese contacto humano. Y tras dos años de aislamiento era más necesario que nunca. Charlas más que interesantes. Merecido homenaje a Gallardo, aunque a última hora del sábado falló un poco la gente. Exposiciones que tocan la fibra. Muchos fanzines frescos. Y la gente. Sobre todo la gente que no ha perdido la ilusión después de tantas ediciones y tanta pandemia. Más de 1500 personas solo el primer día y 5000 durante todo el fin de semana.
La normalidad ni ha vuelto ni se le espera, pero los eventos de tebeos si que eran deseados y finalmente ya están de vuelta. Y que duren.
Nota de prensa de Graf 2022
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No sé si hace 10 años podríamos estar hablando de un modo tan superlativo de un libro de esta índole y dudo mucho también que algún editor se hubiera atrevido a publicar semejante artefacto.
Paco Alcázar y Torïo García firman esta auténtica enciclopedia sobre la obra fílmica de Nicolas Cage, magistralmente documentada (¡por fin sabemos quién está detrás de algunos de sus peinados imposibles!) . Con un sistema de catalogación que permite ver el nivel de intensidad ‘Nic’ y destacando la escena más memorable del actor en cada cinta. La obra incluye, al margen del listado de películas, unas interesantísimas notas sobre algunas peculiaridades de la biografía y la carrera de Cage. Sin duda alguna el acontecimiento editorial del año, tal cual. Si tienes un cuñado/cuñada cinéfilo le vas a dejar con el culo torcido.
Giganta cuenta aon una Núria Tamarit excelsa al dibujo, con su estilo personal totalmente reconocible que se adapta como un guante tanto al tono de la historia como al formato de álbum (gigante) francés y su disposición de viñetas por página. Usa una paleta de colores con tonos grises para retratar ese mundo medieval de leyenda pero también con unos colores vivos en los fondos y en la melena de Celeste como reflejo de la actitud de la protagonista ante el mundo.
Giganta es un cuento para nuestros tiempos con una factura preciosa capaz de enganchar al público de todas las edades: esta es una de esas historias de las que siempre funcionan.
Ganador en la edición de 2020 del festival de Angoulême al mejor cómic de 2019, auténtica maravilla en varios aspectos:
La documentación histórica, la evocación gráfica del París del siglo XVIII, la mezcla entre el trazo apresurado y la grandilocuencia de algunas viñetas…y por encima de todo el espectacular enfoque narrativo a varias voces magistralmente trenzado.
Este es uno de los mejores libros (no ya tebeos) que se han escrito alrededor de los convulsos días de la revolución Francesa. Imprescindible.
Alex W. Inker es sin duda uno de los autores más sugerentes y curiosos que ha dado el cómic francés de los últimos tiempos. Su estilo se enmarca más en la tradición americana que en el de la BD, su obra también revisita parte de la realidad americana y su narrativa toma prestados muchos recursos que nos recuerdan a las primeras películas de cine norteamericanas. Esta historia en concreto nos sitúa en los años de la gran depresión, en un entorno rural de una tremenda aspereza. Inker realiza una genial adaptación del libro de Virginia Reeves. Si bien la primera referencia que sonaría aquí es la del Steinbeck de Las uvas de la ira en el fondo la crudeza de esta obra nos remitiría más bien a los episodios bíblicos del antiguo testamento.
El libro de Inker fue uno de los destacados por la ACDB (Asociación de críticos de la BD francesa) y estuvo nominada al premio de la crítica en Angoulême.
Tampoco este es un cómic… esto más bien es un libro de aforismos en toda regla. Un auténtico compendio de sabiduría popular made in Juarma (quizás uno de los pensadores más lúcidos que ha dado el mundo de la historieta).
El formato (libro chiquitín) es perfecto para que el libro os acompañe, siempre, allá donde vayáis de manera a ilustrar a vuestros mas allegados.
La edición de Autsaider es puro amor.
Lo dicho, una maravilla del nihilismo positivista (??!!).
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Superado ya el mal trago de un día libro confinados (que finalmente se trasladó con poco éxito a fechas veraniegas) y a la espera de cómo pueda transcurrir el que se nos echa encima: que se hará con restricciones de acceso (con una limitación del 50% del aforo en las librerías) repasamos algunos cómics, a modo de sugerencia para aquellos que vayan un poco despistados a la caza del Libro.
Hay muchas maravillas en este trabajo de Kay Leyh, una de las guionistas y portadistas de la aclamada serie Leñadoras. Aquí presenta su primera novela gráfica como autora completa. Un tebeo para todos los públicos que rebosa buenas vibraciones en todas las páginas, llenas de un costumbrismo mágico y con unas subtramas que tocan con normalidad y positivismo. No es de extrañar el éxito de público y crítica que va recogiendo allá donde se publica. A poco que el boca oreja se active, Snapdragon cautivará lectores de todas las edades. No puede ser menos para un tebeo con zarigüeyas.
Tras haber firmado una de las mejores – y más gamberras- series infantiles (Ana y Froga) y después del genial Cucos Benitez Astiberri recupera ahora este Patri y las hormigas (publicada en 2010) en la que Anouk Ricard vuelve a sorprender con esta historia de una niña que harta de los adultos mengua por accidente y se ve conviviendo con los insectos; un cruce entre la Metamorfósis, Ariety y Cariño he encogido a los niños con el sello del humor inconfundible de Ricard
Fermín Solís vuelve con una serie infantil después de Astro-Ratón y Bombillita . En esta ocasión mezcla el mundo de los superhéroes, el reciclaje, los robots la conciencia social hacia el medioambiente y ciertas dósis de humor. Un buen plantel de personajes al estilo Teen Titans, sin ese punto tan pasado de rosca (que sinceramente es de agradecer) todo bien aderezado y sin caer en la noñería.
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Cosas que tiene Twitter, uno se encuentra un domingo por la noche viendo una entrevista con el ministro de Sanidad y cuando llegan los anuncios de mas de seis minutos, coge telefono y se encuentra que Marc Charles ha retuiteado el cómic de dos páginas My life in Covid de una historietista desconocida por un servidor que se llama Theresa Dettloff. El tweet presenta miles de de RT, de FAV y los twets que lo citan alaban el cómic, entre ellos Scott McCloud.
He de confesar que en un primer vistazo el cómic me interesa pero en su primera lectura no termino de entender la fascinación proclamada. Estaba seguro que no estaba entendiendo la narrativa empleada. El primer error que cometí fue pensar que la primera viñeta era la sección de un edificio, de modo que no me cuadraba que en la primera viñeta el dormitorio tuviese dos ventanas y en la segunda no. Y de igual modo con el baño ¡el water antes o después de la ducha! Incluso me fije en los pilares del techo y ellos solo me desconcertaban más.
“My life in covid” comic assignment pic.twitter.com/B9ILGBCnV1
— Teryeasta Breadloaf
(@toomuchleg) December 11, 2020
Muchos otros aspectos los había detectado pero otros estaba seguro que no, así que decidí que tenía que hacer algo para aclararme la cabeza
Tras dividir por colores las diferentes habitaciones empecé a comprender mejor los mecanismos utilizados por Theresa Dettloff.
En los primeros días o semanas del confinamiento, la vida de Theresa era sencilla, se despertaba bien, aunque el gesto de incorporación de la figura puede indicar sobresalto ante la realidad que se vive afuera, el tiempo que dedicaba al trabajo era mínimo o no existía, lo cual permitía un desayuno tranquilo viendo vídeos musicales en la tablet y tener tiempo para cocinar, y para terminar, concilia el sueño viendo lo que sucede en el mundo a través de las redes sociales.
Refleja una vida ordenada, de descanso – gran parte del tiempo en la cocina y en el baño- saludable, limpia – no hay platos en la pila – y sin sensación de reclusión – se observan hasta cuatro ventanas.
En la segunda viñeta la vida aun no ha empeorado mucho pero se empiezan a mostrar diferencias, entre ellas:
A ello se le suma que ya no puede dormir, así que se toma un refrigerio nocturno y comienza a trabajar en el silencio de la noche.
La tercera viñeta presenta una simetría pero ahora es muy diferente a la que se ofrecía en la primera viñeta. Las horas en las cama son muchas, tanto por la mañana como por la noche, pero las horas de sueño son pocas: mano apretada al inicio de la viñeta y al final, la cama de arriba desecha y abajo Theresa con móvil en la mano.
Dos hechos se pueden destacar de este tercer periodo en la vida de Theresa durante la pandemia. En primer lugar el tiempo dedicado a trabajar – a mayor espacio, mayor tiempo – y en segundo lugar, que aunque se pasa mucho tiempo en la cocina, ahora ya no hay ganas de cocinar ni de calentar comida, con coger algo del frigorífico la basta.
En la cuarta viñeta el tiempo en la cama es menor, son semanas en los que Theresa intenta controlar la situación y la dificultad para dormir, trabajando toda la noche. La hiperactividad de theresa hace acto de presencia.
Con la quinta viñeta la situación ya muestra una espiral descendente y preocupante.
Theresa Dettloff apuntaba tras mostrar el cómic que “ El trastorno por déficit de atención e hiperactividad, la depresión y el encierro son una combinación maravillosa que manejo muy bien” No hace falta indicar que ante la difícil época que está o ha estado viviendo, Theresa tira de ironía, ya que como refleja la sexta viñeta, la situación llegó a ser una pesadilla.
La viñeta recuerda a McCay a causa de esas camas alargadas que parecen comprimir a la protagonista, que se halla situada en la parte central cogiendo algo de comida del frigorífico. Pero Theresa, al mismo tiempo que transmite esa sensación de ahogo, de aplastamiento, señala también que prácticamente todo el día lo pasaba en la cama – a mayor espacio, mayor tiempo.
Para aumentar el efecto, la viñeta no tiene marco en su lado izquierdo.
Con la segunda página y final del cómic, Theresa muestra de manera cruda como empieza a desconectar de la realidad, como la depresión desdibuja lo realizado cada día, llegando un momento – la segunda mitad de la página- en que el peso de la situación, de su vida diaria, es tan pesada, tan oscura, que solo tiene fuerzas para protegerse de ella tapándose con la manta.
Para terminar, indicar que hay algo que no estoy seguro si logre descifrar: la litera. ¿Es real o ficticia? ¿Es muestra de alguien que vivió con ella y se fue? ¿O tal vez con ello quiere potenciar la sensación de soledad?
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